Quizá la ciudad de Yorba Linda se parezca más a Puerto Lumbreras que Brookline. Allí nacieron nuestros tres personajes. La agrícola y ganadera Yorba Linda está en California y la elitista Brookline, en Massachusetts. Desde California, Richard Nixon, tras ejercer la abogacía en ese estado, se marchó a Washington a trabajar para el gobierno estatal. Y desde Boston, la carrera política de John F. Kennedy se iniciaría en la Cámara de Representantes. Ambos no habían alcanzado aún la treintena.

Pedro Antonio Sánchez, presidente del Gobierno -hasta este martes- y del PP en la Región de Murcia, fue mucho más precoz: con apenas 20 años ya era becario en la sede del ejecutivo murciano. Y con 23, director general de Juventud. A los 27, arrebató la alcaldía de su pueblo natal al PSOE, partido que siempre había gobernado allí. Su mandato se prolongó durante una década, en la que sería también diputado autonómico. A los 37 fue designado consejero de Educación y a los 39, presidente de la Comunidad Autónoma. Una carrera meteórica, que se diría. John F. Kennedy alcanzó la presidencia con 43 años, siendo entonces el más joven de la historia tras Teodoro Roosevelt. A Nixon le llegaría mucho más tarde, ya con 56.

Aunque no consta que a Pedro Antonio Sánchez la que le subyugue sea la figura de Kennedy, es muy posible que, por lo menos, se sienta admirador. Hay rasgos en su mandato que lo evidencian, como rodearse de gente joven, estar en contacto directo con la ciudadanía, buscando el apoyo mediático a su intensa actividad, ser católico? Para más similitudes, él -o quizá su entorno- buscaron un acrónimo similar al JFK que se utilizaba en la prensa de la época para referirse a Kennedy. E idearon el de PAS.

Sin embargo, según trascurre el tiempo, el político murciano se asemeja mucho más al presidente republicano, por el que no consta que sienta la más leve admiración. El caso Watergate, un escándalo de espionaje a sus rivales demócratas, también como ocurre con la trama Púnica -en la que el juez Velasco pedía este lunes la imputación del jefe del ejecutivo murciano- con profusión de grabaciones de audio, acabó con la presidencia de Nixon en 1974. Ese año, el Gran Jurado Federal calificó a aquel presidente como copartícipe de una conspiración para obstruir la acción de la justicia en la investigación del Watergate.

Siendo ya presidente, Kennedy anunció que cuando su cargo requiriera que violara su conciencia o el interés nacional, renunciaría al mismo; y que esperaba que cualquier servidor público cuerdo hiciera lo mismo. Viendo el devenir de los acontecimientos en estos últimos días, el hombre que se pudo mirar en el espejo de John F. Kennedy apunta como Richard Nixon, con el que incluso hasta guarda alguna semejanza física: dimitiendo en una calurosa fecha y expresando algo parecido a aquello de que «nos vamos con grandes esperanzas? y con gran humildad».