Pobre Casandra, hija de Príamo y Hécuba, se mantiene la leyenda mitológica griega por la cual el dios Apolo se había enamorado de ella y le prometió a la joven el don de la profesía si aceptaba entregarse a él. Ella aceptó, pero no cumplió con el dios una vez iniciada en las artes de la adivinación, por lo que Apolo le retiró el don de la persuasión, ya que, aunque dijera la verdad, nadie le creería.

Hay una nueva Cassandra, de apellido Vera y que, estudiante en la Universidad de Murcia, ha sido castigada también, y no por un dios, sino por la Audiencia Nacional, condenada penalmente por una de las conductas previstas en el artículo 578 del Código Penal sobre la humillación a las víctimas del terrorismo. Y así se le ha candenado a un año de prisión y siete de inhabilitación absoluta por publicar en su cuenta de Twitter diversos tuits en tono satírico sobre la figura de Carrero Blanco.

La condena está jurídicamente tipificada en el enaltecimiento del terrorismo a través de dos conductas diferenciadas. Por un lado, el elogio hacia los actos terroristas o sus autores; y, por otro, el desprecio, humillación u ofensa a sus víctimas. Esta segunda ha sido la causa, al decir del tribunal. Pues bien, hay que tener en cuenta que interpretaciones judiciales tan disparatadas e irreconciliables con el derecho a la libertad de expresión no serían posibles si el legislador no hubiera aprobado un artículo como el 578 del Código Penal que castiga a aquel que, sin intención de enaltecer la violencia ni humillar a las víctimas de aquélla, manifiesta expresiones provocadoras en tono satírico y burlesco.

Estamos en presencia, por tanto, de un delito de opinión, algo a todas luces inconstitucional. No debieran existir los delitos ideológicos o de opinión, y mucho menos aun cuando la vía empleada es la satírica, pues difícilmente a través del sarcasmo o de la burla se puede incitar a la violencia, sino que estamos, como mucho, ante una provocación y, sobre todo, un hecho de mal gusto, y no de odio, que tendría un componente más agresivo y fuese quien fuese la persona satirizada mediante el chiste, aunque como este caso se tratase de la mano derecha y sucesoria del franquismo, el fascista Carrero Blanco.