Ya va tocando hablar de Semana Santa. Aún quedan siete días para el inicio de las procesiones en Cartagena, pero las cofradías y todo lo relativo a los desfiles pasionales copan la actividad social y cultural en la ciudad portuaria desde hace varias semanas. Además, la importancia y relevancia de nuestros cortejos bien merece dedicarle tiempo y espacio en estas páginas. Así que allá voy.

En los últimos días, me ha llegado a varios grupos de Whatsapp un mensaje en el que me animan a participar en una votación para elegir la Semana Santa más espectacular de España. Resulta que la nuestra, la de Cartagena, está situada en una nada despreciable segunda posición y sólo tiene por delante a Granada. El plazo para votar culminaba anoche y, en el momento de escribir estas líneas desconozco el resultado final, pero no necesito saberlo para lo que quiero comentar. Los mensajes que me han mandado me instaban a votar para remontar y superar a la provincia andaluza, cuyas procesiones no conozco. Tampoco he visto nunca las de Sevilla o Málaga, pero sin ánimo de faltar a los granadinos, creo que los desfiles pasionales de estas otras dos regiones del sur tienen mucho más renombre que las de la ciudad de la Alhambra y ni siquiera asoman en esta clasificación que se mueve a través de las redes sociales. Quizá sea porque a los malagueños y a los sevillanos no les hace falta incurrir en una disputa como ésta para constatar que sus procesiones están entre las más grandes de España. Y, en ese sentido, me dan bastante envidia.

Da igual que quedemos primeros o segundos en esta competición por Internet, porque no tiene ningún mérito que los cartageneros votemos en masa por nuestras procesiones. Lo que debemos hacer, en mi opinión, es defenderlas y engrandecerlas (que no alargarlas) para que sean los de fuera quienes se rindan ante ellas y vuelvan a verlas o animen a otros a hacerlo. La única ganadora en la votación citada es la agencia de viajes on-line que la ha promovido y que ha conseguido entrar en cada uno de los dispositivos de quienes han participado en ella.

Dada la gran variedad de formas de vivir y representar la Semana Santa que existe en España, considero prácticamente imposible y bastante absurdo plantearse cuál es la más espectacular, la más bonita, la más sentida. Cada región, cada ciudad, cada pueblo le da a sus procesiones su toque particular y personal y, en muchos lugares, son de una gran calidad artística y estética. De lo que no tengo duda es que nuestra Semana Santa es una de las mejores del mundo y, si aún no he viajado a otras ciudades para ver la espectacularidad de otras procesiones es porque, lógicamente, coinciden en el tiempo con las nuestras y, claro, prefiero quedarme aquí. La cuestión es que siempre tendré ese problema y alguna vez tendré que sacrificar nuestros cortejos, si no quiero perderme una procesión en Sevilla, Málaga o Zamora, entre otras ciudades.

No obstante, sí hay algo en nuestra Semana Santa que nos hace únicos, y no me refiero a su impresionante orden, a su deslumbrante luz, a su rebosante flor y a su majestuosa música, sino a algo mucho más claro y contundente. Los cartageneros sacamos la primera procesión de España a la calle, al menos, como dicen sus responsables de la cofradía del Cristo del Socorro, no ha surgido nadie en decenas de años que haya manifestado lo contrario. Nuestros desfiles pasionales comienzan la madrugada del Viernes de Dolores. ¡Ya la tenemos encima!

Por eso, no parece que haya estado muy acertada la concejala de Turismo al comentar que la Semana Santa comienza el Jueves Santo, por mucho que luego precisara que se refería al impacto turístico de la misma. Lo peor es que lo hizo para justificar el auténtico desatino de haber retrasado los trámites legales para la apertura de los chiringuitos en las playas del municipio hasta el punto de que no podrán abrir antes del Jueves Santo. De ahí que le hayan llovido críticas por todos lados y supongo que los californios no estarán precisamente haciendo palmas ante el comentario de la edil. Y es que si hay cuestiones sensibles en Cartagena, la Semana Santa es una de ellas y hay que pensar antes de hablar siempre, pero más cuando lo que se dice afecta a la tradición más relevante de la ciudad y a sus cofradías.

Ahora bien, tampoco hay que condenar a la concejala. En el fondo, no ha hecho más que alimentar esa rivalidad entre cofradías, que no siempre ha sido sana. De hecho, los marrajos llevan años proclamando en su cabildo de las yemas del Jueves Santo que las procesiones de Cartagena comienzan la siguiente madrugada, cuando salen los Granaderos y los Judíos de la hermandad del Nazareno y recorren las calles del centro para anunciar el Encuentro.

No coincido con las palabras de la edil, pero sí creo que a nuestras procesiones les queda mucho camino por recorrer para que nuestra Semana Santa merezca esa internacionalidad turística que se le reconoció hace años sobre el papel. Uno de los problemas es que cada cofradía va por libre y sólo se han dado pequeños pasos conjuntos. Estoy convencido de que si marcaran el paso más unidos, seríamos mucho más grandes. Y tendríamos un museo de Semana Santa.