Me voy a Granada. No definitivamente, no se apuren. Sólo a pasar unos días. Tres para ser exactos. Los suficientes para quitarme el 'mono' de la ciudad de la Alhambra. Reconozco que me tiene robado el corazón. Desde hace ni me acuerdo, cada año, he programado una visita para pasear por Campo del Príncipe, Carrera del Darro, Paseo de los Tristes, Navas, Almireceros... para perderme por el Albaycin tras ver la puesta de sol en el Mirador de San Nicolás... para 'coger' tres kilos y medio a base de cañas y tapas... En fin, para dejarme llevar por ese aire granaíno que tiene un no sé qué, que qué sé yo. Y por supuesto, para volver a los bares de siempre. Esos que cada año han estado ahí, fieles, al pie del cañón con una apuesta más que arriesgada. Pub Peatón y Ruido Rosa han sido siempre una pasada. Lamentablemente, en este viaje, ninguno de los dos estará ya. Según cuentan, las políticas municipales y de la Comunidad (con distintos colores) han provocado que tengan que cerrar. Tenían programado casi todo el año con conciertos, presentaciones, fiestas temáticas... pero la ley es la ley y no ha podido ser. Y yo, que he perdido algo de ilusión en volver cada año si ellos no están, pienso: ¿Qué delito cometían? Que se prive de la cultura a los ciudadanos nos debe poner en alerta.