Que las ciencias adelantan que es una enormidad; que en muchas materias, pero sobre todo en informática y en genética, esos avances han cogido por el chalequillo al Derecho, es verdad. De ahí que no haya sabido dar una adecuada respuesta a tiempo. Y que los americanos son la pera limonera legislando y sentenciando, son hechos notorios y palpables a la simple luz de un farolillo de Semana Santa.

Pero lo más de lo más. Lo increíble de lo inesperado. Y el triple mortal con o sin tirabuzón lo constituye una recientísima sentencia USA. Concretamente un colega neoyorquino de la Corte de Suffolk, concede una triple custodia de un niño, porque fue concebido tras una relación poliamorosa. Hasta aquí la situación es cuanto menos curiosa. Pero se convierte en increíble cuando les cuente que los tres padres son dos mujeres y un hombre.

Se trataba de un matrimonio que acogieron tanto a una vecina, que se mudó a vivir con ellos para todo, incluido el coito vecinero de toda la vida. Dawn, Michael y Audria, compartían mesa, techo y lecho, que diría la Iglesia. Y fue tanta la generosidad de los tres que como el matrimonio no podía tener hijos, Audria, de apellido García, se prestó a ser mamá. Y de hecho y por derecho tuvo un hijo, que durante año y medio fue criado por el trío citado. Pero como es sabido que la convivencia desgasta, más cuando son multitud siendo tres, la relación idílica se rompió. ¿Y saben quiénes se fueron a vivir juntos? Pues ellas dos, Aurora y Adriana. Pero Miguel, cuyo apellido, por cierto, era Marano, decidió demandar a la madre biológica. Y el juez con un par de puñetas, dijo que puesto que los tres habían criado al niño, los tres deben tener derecho sobre él. La señora García tendrá la guarda y custodia, pero la patria potestad es para los tres, con un régimen de visitas para el padre de fines de semana, todos los miércoles por la noche y tres semanas al año.

El argumento judicial no era otro para conceder la triple custodia compartida que al padre «nadie le obligó a concebir un hijo con la mejor amiga de su esposa». Faltaría más, añado yo, que encima se quejara de la comprensión de su cónyuge para un trío amoroso. Dicen las malas lenguas (incluso las buenas) que es el sueño de todo hombre. Y todo esto me recuerda a aquel conocido mío a quien la mujer cazó poniéndole cuernos con su mejor amiga (todo por estar medio sordo y no oír que entraba a casa su esposa mientras él hablaba telefónicamente con su amante) y ante el lógico y rotundo reproche de su mujer, su argumento no fue otro que si solo conocía a ella y a sus amigas, tendría que liarse con alguna de ellas. El argumento fue tan improvisado como falaz. Sin embargo, no hubo divorcio, supongo que por caridad cristiana, por cuestiones económicas, quien sabe si también por amor, o simplemente, que es lo más probable, por comodidad familiar y social.

Todo esto del trío por lo visto tiene sus ventajas e inconvenientes, aunque acaben en una tricustodia compartida. Entre las ventajas se encuentran, dicen los expertos, la excitación por incluir a una persona nueva. Y entre los inconvenientes se afirma que en realidad lo que se esconde es un permiso para la infidelidad. Sin embargo, por el contrario también hay quien sostiene que es justamente lo contrario, para evitarla, impidiendo así que exista una relación a escondidas. Me quedo con los tríos musicales.