El planeta político permanece inmóvil. Y, sin embargo, se mueve. Pero los movimientos son circulares, de modo que seguimos donde estábamos. Un día y otro día. La resistencia de PAS provoca, eso sí, irritación en quienes consideran que hace tiempo debiera haber sucumbido a la presión. Pero el presidente no facilita el trabajo de sus verdugos.

Permanece quieto mientras los demás se mueven; éstos lo hacen en derredor, a la espera de despertar en él la reacción que a ellos les permita calcular los pasos siguientes. PAS, contra esa necesidad ajena, permanece impertérrito, y con él, su partido, aquí y allí, para extrañeza o suspicacia de propios y extraños. El de ayer era un día que parecía crucial, puesto que la programación de distintos acontecimientos en los ámbitos político y judicial podía romper la persistencia de una situación inamovible desde hace semanas. Pero todo transcurrió sin excesivas sorpresas en cuanto a la cuestión de fondo: se va o se queda. Se queda.

Las flechas arreciaban ayer sobre el fuerte popular, pues a las expectativas judiciales sobre el ‘caso Auditorio’ se añadía la difusión de las grabaciones de la investigación de la Púnica. La tormenta perfecta. Sólo que esas grabaciones, con independencia de su potencial efecto mediático, ya las conocemos por su transcripción sobre papel en el sumario del caso. No hay novedad, salvo el impacto ampliado que producen las reproducciones. En el actual contexto, en que todo se junta, no hay duda de que contribuyen a meter presión contra PAS y a generar nuevas dudas en quienes antes de esto habían hecho piña con él, bien por afinidad sincera o por interés particular, según los casos.

Empieza a extenderse la conciencia, en su propio entorno, de que ‘salvar al soldado PAS’ es un empeño en el que prima la implicación personal sobre la política, y esto todavía con el riesgo de que retirarle el abrazo podría ser una actitud precipitada, pues quién sabe si todo es una coincidencia astral. La duda es el perfecto roedor que invita a unos a permanecer hasta el final con la consecuencia de quedar tan quemado como el líder o de retirarse a tiempo con el riesgo de que finalmente éste consiga atravesar el turbión que lo acosa.

La defensa encendida, al margen de los intereses de partido o de otro tipo, empieza a flaquear en alguno de los hemisferios cerebrales en que se suelen despertar las alarmas en casos de este tipo. A estas dudas se añade que la imagen del político habilísimo y perfecto que PAS ha representado hasta ahora empieza a mostrar debilidades, a no ser que la mera resistencia a los ataques con argumentarios para la santa infancia resulten, a la larga, la mejor mostración de inteligencia política en el sobreentendido de que se impondrá a la más que evidente escasez de recursos que en ese aspecto muestra la parte de sus opositores que dispone de los instrumentos necesarios para cortar por lo sano. Representaciones gráficas como esa huída ante los micrófonos de una cadena indómita de televisión ante la que la mera experiencia de espectador de los programas del corazón debiera haberle llevado a pararse para responder a cualquier pregunta que se le hubiera planteado expresa que el político perfecto está perdiendo facultades.

Desde que PAS se vio arrastrado por lo que siempre ha sido una imputación no se ha mostrado capaz de ofrecer otra alternativa que su propia resistencia, reforzada por el corporativismo a ultranza de su partido, sin añadir ideas ni iniciativas que despejen su situación, encomendada a la dificultad de entendimiento del resto de fuerzas políticas. Encomendarse a las contradicciones de los demás no constituye una fórmula estimulante para despejar las propias ante la sociedad, sobre todo cuando se es responsable de la gobernación.

También es cierto que frente a él, todo es fingimiento, casi una traslación de la política a la imagen que Pessoa concebía para los poetas. En el PSOE, muchos dirigentes rezan para que Ciudadanos no vote a favor de la moción de censura contra PAS, pues esto supondría un refuerzo de la actual dirección socialista que no daría lugar a la renovación interna a que aspiran, aparte del temblequeo de piernas que supondría gobernar durante dos años en extremada minoría.

El hecho mismo de que la moción de censura se haya presentado sin garantías de que será aprobada, pues ha sido registrada por sorpresa y sin previa negociación con quienes han de suscribirla para que tenga éxito, indica que hay una intención más o menos consciente de cumplir con el rito sin que esto tenga que ir a mayores.

Por lo que respecta a Ciudadanos, es imposible creer que pretendan nuevas elecciones, como proclaman, pues resulta difícil que supongan que dichas elecciones se resolvieran a su favor; se da por sobreentendido que es una posición que mantienen a sabiendas de que el resto de partidos no la apoyará, de modo que no se verían en la obligación de enfrentarse al electorado en este momento; se trata, sin duda, de proponer una solución que no lo es, ya que nadie la secundará más que los partidos o proyectos de partido que permanecen fuera del arco parlamentario y aspiran a que se les presente una inesperada oportunidad en el ecuador de la legislatura.

Y si nos referimos a Podemos, el grupo que mantiene una más cómoda posición, tal vez se vería enredado en dificultades si Ciudadanos diera el paso adelante de apoyar la moción socialista, pues aquéllos, por razones internas, no podrían votarla a ciegas sin negociar previamente unos mínimos programáticos que importunarían tanto al PSOE como a Ciudadanos hasta el punto de hacerla inviable o de aplazar de manera suicida las negociaciones para cuando el nuevo Gobierno estuviera constituido.

En resumen, nadie quiere elecciones anticipadas, empezando por Ciudadanos, que las reclama. Y nadie, incluso el PSOE, desea un Gobierno socialista en miniminoría, aunque su actual dirección lo intente. Por tanto, estamos como estábamos hace dos meses y así seguiremos en los próximos días. A menos que PAS, sólo empleado en la resistencia, vaya perdiendo fuelle, que es lo que empieza a ocurrir.

Gobernar desde la victoria

Este es el reiterado lema que promovió Susana Díaz el pasado domingo en su presentación como candidata a la secretaría general del PSOE, y vean algunos de los testigos del acontecimiento: Joaquín Hernández, alcalde de Ceutí y presidente de la Federación de Municipios; Rosa Peñalver, presidenta de la Asamblea Regional; Ana Belén Castejón, vicealcaldesa de Cartagena, y Pedro Saura, diputado al Congreso por Murcia. La adhesión expresa de estos y otros muchos dirigentes murcianos a la alternativa susanista no se compadece, en lo que la andaluza proclama, con las iniciativas de pacto con Podemos para acceder a los Gobiernos. Ahí lo dejamos.