Este fin de semana no ha habido Liga en Primera por lo que una parte nada despreciable de la afición estuvo pendiente del duelo que protagonizan Pedro y Susana. También andarba por ahí Patxi, pero exactamente no se sabe muy bien dónde.

La sustancia política arrojada por los últimos acontecimientos ha sido profunda, ha dejado su huella y ha venido marcada por la presencia... por supuesto, de Israel en Asturias. ¿Cuál iba a ser si no, queridos? Los jugadores del combinado hebreo están acostumbrados a desenvolverse entre considerables medidas de seguridad dada la cantidad de plebe que se moviliza contra el Estado al que representan. «Evidentemente no es una situación agradable pero nosotros preferimos dejar esas cuestiones a un lado», advirtió uno de los componentes del grupo. Aunque en la previa del desencuentro entre los más destacados contendientes socialistas la verdadera sustancia ha sido de todo menos política, éstos como saben se hallan haciendo otra vez su selección para lo que no es descartable que, una vez que la competición alcance el clímax, sea conveniente resucitar en Ferraz y en otros cuarteles las imaginarias tal y como van solventándose los primeros encontronazos. De momento está resultando todo tan esperpéntico que hasta el hierático Gabilondo tiene pinta de hacer esfuerzos de consideración, no por señalar la salida que vislumbra sino porque, durante la emisión de su cabal análisis, no le dé la risa floja en antena.

La Democracia Cristiana italiana, el pichí y el que no es pichí... torres más altas han caído y, sin embargo, el partido que acapara la quiniela en estos momentos se está jugando la posibilidad de dejar de desempeñar el papel que ha venido desempeñando y, con las majaderías a las que se entrega, parece empecinado en que le den boleto y no se muestra preocupado por suscribir una apuesta transformadora de la buena. Ni que decir tiene que Rajoy seguirá el lance entre ambos contendientes con un puro y molesto. Le fastidia que el resultado no lo traiga Marca.