Nadie debería anteponer las ambiciones personales y partidistas a los intereses de la Región de Murcia y poner en peligro la senda del crecimiento económico y de creación de empleo por la que, afortunadamente, estamos transitando ahora. Los murcianos no nos lo merecemos, como tampoco pasar a estar regidos por un Gobierno que no hemos elegido en las urnas. Por tanto, es momento de pedir tranquilidad, prudencia y, sobre todo, responsabilidad a las fuerzas políticas de la Región: que nadie dé un paso del que luego tenga que arrepentirse por las nefastas consecuencias que conllevaría para todos.

Por desgracia, quien sí se ha precipitado presentando en la Asamblea una moción de censura es un González Tovar llevado por un ansia irrefrenable de ocupar el poder a cualquier precio, tratando de doblegar la voluntad expresada por los murcianos en las urnas, e intentando así entrar a San Esteban por la puerta de atrás. Al líder de los socialistas murcianos le ha movido la ambición desmedida el miedo a que se pronuncie la Justicia, a que se termine sabiendo una verdad que no le interesa que salga a la luz. Porque no está de más recordar que los jueces ya han dado la razón en más de 80 ocasiones a distintos cargos del PP, y en nada menos que en 16 ocasiones al propio presidente Pedro Antonio Sánchez.

Y es que Tovar es plenamente consciente de que la resolución del juez sobre el ´caso Auditorio´ está muy próxima, y, bajo la premisa del ´ahora o nunca´ ha decidido convertir el instrumento de la moción de censura como el último tren de una carrera política a punto de terminar, aun a riesgo de que con semejante ardid ponga a la Región al borde del precipicio. ¿Y qué méritos presenta para aspirar a la presidencia del Gobierno de la Región de Murcia? Ser el campeón de cosechar los peores resultados de la historia del PSOE en la Comunidad autónoma, y el ideólogo de una estrategia basada en la persecución política y personal en los tribunales y en negar un derecho tan básico en un Estado de Derecho como es la presunción de inocencia. Además, cabe ahora hacerse la siguiente pregunta: ¿ha hecho González Tovar alguna propuesta en positivo para la Región de Murcia desde que lidera el PSRM?

Frente a esa carrera desbocada hacia el poder, apelamos a la prudencia y responsabilidad de Ciudadanos, como partido serio y moderado que sin duda es. Estamos absolutamente convencidos de que sabrán estar a la altura de las circunstancias porque conocen perfectamente a la sociedad murciana, sus demandas y necesidades, y a buen seguro que son conscientes de que no conviene poner trabas al crecimiento económico y la creación de empleo que la Región está liderando en el ámbito nacional. El Partido Popular tiene firmado con Ciudadanos un pacto que funciona cuyos beneficiosos resultados han sido evidentes en este último año y medio. Somos la Región que más crece, más empleo crea y más ha bajado los impuestos y eso ha sido posible porque tenemos un buen acuerdo. Hoy nos preguntamos dónde va a quedar la educación concertada en un Gobierno tripartito en el que mande Podemos, dónde quedará la supresión del impuesto de Sucesiones y Donaciones que rechazan los socialistas y los alumnos aventajados de Pablo Iglesias. Nadie entendería que Ciudadanos hiciera presidente a Tovar porque no hay ninguna razón ni motivo que lo justifique.

La Región de Murcia quiere estabilidad, tenemos muchos retos por delante, y de los que hemos dado ya pasos importantes, tales como la apertura del aeropuerto internacional, la conexión con la red de Alta Velocidad y el Corredor Mediterráneo, la regeneración del Mar Menor o alcanzar un Pacto Nacional del Agua que solucione el déficit hídrico en nuestra Región. Asuntos abordados y encauzados por el Gobierno de Pedro Antonio Sánchez, y merced a un pacto con Ciudadanos que funciona, pero que se verían trabados por un tripartito. Por tanto, temple, prudencia, tranquilidad y altura de miras, porque la Región de Murcia y los murcianos han de ser la verdadera razón de ser de nuestra actividad política, y no el cumplimiento de ciertas ambiciones desmedidas.