Decía Montesquieu que para evitar el abuso de poder, es preciso que el poder detenga al poder. No le faltaba razón. Hace tiempo que la sociedad civil reclama una profunda regeneración y transparencia no sólo del sistema, sino también de los actores que forman parte de él como son los actores políticos.

Hasta la fecha, hemos asistido con perplejidad y estupor a un intento permanente por parte de ciertos sectores políticos de controlar e influir en ciertos ámbitos del poder judicial. Los españoles, acostumbrados a presenciar en los medios de comunicación los distintos episodios de corrupción institucional, tienen la percepción de que el Estado de Derecho es algo utópico, y sobre todo, teórico. Y es que cuando un país alcanza esta situación, significa como bien apostilló Montesquieu, que el poder debe frenar a ese mismo poder ante su persistencia de continuar por ese camino que sólo conduce al abismo y desemboca en los Estados fallidos.

Pero cabe preguntarse ¿es posible regenerar un sistema en el que sus actores políticos tienen la asignatura pendiente de poner en práctica en sus estructuras internas la transparencia y regeneración institucional que tanto exigen para el sistema? Dicho de otro modo ¿se imaginan a los entrenadores de fútbol firmando un manifiesto por la penalización de insultos entre jugadores en partidos oficiales, pero luego autorizándolos en sus entrenamientos?

Para emprender esta serie de reformas debemos comenzar por los partidos políticos. Dentro de éstos, se encuentran los comités de garantías, encargados de velar por el funcionamiento democrático y transparente de los partidos. Sin embargo, si por algo se caracterizan los partidos políticos tradicionales en España, es por su falta de democracia y transparencia interna.

Con la irrupción de las nuevas formaciones políticas, España ha experimentado una reestructuración de su sistema de partidos; es imparable, y además sigue su curso. Por ello, los partidos políticos deben ser el faro que ilumine el camino para el buen funcionamiento de la justicia y el buen hacer político a través de sus propios órganos internos creados para combatir cualquier tipo de irregularidades que pongan en peligro el futuro democrático; siendo éste, el único ejemplo posible para que las distintas instituciones del Estado procedan a su regeneración.

Por esta razón, se requiere que los miembros integrantes de este comité de garantías sean personas honradas con una profesionalidad ejemplar, dando siempre traslado de las resoluciones a quien se encuentre afectado, de una forma rápida y totalmente coherente.

Un comité de garantías transparente es el pilar básico para que un partido político experimente una apertura democrática completa hacia sus afiliados, y que éstos a su vez, se impliquen confiando en ellos como canales de comunicación entre ciudadanos e instituciones. Ya nos advertía Edmund Burke, que cuanto mayor es el poder, más peligroso es el abuso. Y no olvidemos que los partidos políticos, son los pilares de la democracia.

Y es que el punto de partida de la regeneración política del sistema comienza en sus actores, en los partidos políticos, hasta alcanzar las instituciones, y no en proceso inverso. Ese es nuestro deber moral como representantes públicos, y nuestra obligación como padres, transmitir el mejor legado a nuestros hijos.