La puntualidad es un tema bastante espinoso, un factor indispensable para el Protocolo y Organización de Eventos. La preparación de cualquier acto, Institucional, Empresarial o Social entre otros, requiere de una organización y planificación previa para que el día del evento cuente con una programación a la que ceñirse para que el acto se desarrolle según lo previsto, por eso es tan necesario respetar los horarios establecidos.

Se habla mucho de la puntualidad británica, alemana e incluso japonesa a la que estamos acostumbrados y como tal hemos asumido, de la misma manera que la impuntualidad es más propia de los latinoamericanos, llegando a formar parte de su cultura.

Al igual que en España está muy arraigada la idea de los 10 minutos de cortesía. Pero cortesía para ¿quién?, ya que las personas que acuden a un acto a la hora prevista, han programado su jornada para poder asistir a la hora indicada, no para esperar a aquél que llega tarde, excusas varias, puesto que la impuntualidad para algunas personas suele convertirse en algo cotidiano.

En multitud de ocasiones la impuntualidad adquiere mayor protagonismo, al comienzo de las reuniones, en las citas con amigos, entrevistas de trabajo e incluso en las consultas con profesionales, donde nos encontramos a personas que no respetan la hora de su cita y al llegar media hora más tarde quieren que los atiendan puesto que su cita era anterior a la tuya.

Y es que la puntualidad tiene que ser un hábito en nuestras vidas, un hábito saludable que no sea motivo de estrés en nuestra jornada diaria y nos presenta hacia el resto de personas como una persona educada que tiene en cuenta el tiempo de los demás. De manera contraria genera malas vibraciones y sentimientos en las personas que te tienen que esperar.

El crítico y escritor francés Nicolás Boileau decía «procuro ser puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera».

Y es que no hay peor cosa que perder tu tiempo porque la otra persona no sepa gestionar el suyo.

Ser puntual no es imposible; organiza tu tiempo, planifica tu jornada de manera realista, empatiza con los demás y haz el propósito de llegar antes. En tu mano está: cortesía o descortesía, a sólo 10 minutos.