En tiempos de tormenta y confusión es fácil dejarse llevar por la marea. En meteorología una fuerza inercial, la de Coriolis, empuja las borrascas a moverse y estirarse formando esas espirales características. En la escala política también hay borrascas, con sus fuerzas de Coriolis, tratando de desplazar y estirar los puntos de equilibrio.

La Paradoja Ford servirá como lienzo para comprobar distintos matices adoptados por diversas fuerzas políticas con respecto a la Globalización y comprender lo necesario de la socialdemocracia ahora.

Hace un siglo, Henry Ford creaba la producción en cadena usando maquinaria especializada y trabajadores con salarios elevados impulsando mayores producciones. El mismo Ford se había presentado años antes (1924) a las primarias republicanas, basando su campaña en discursos cargados de resentimiento a políticos y hostilidad ante la inmigración. Historia familiar, ¿verdad?

Ahora su empresa cancela 1.600 millones de inversión en México, tras amenazas fiscales de Trump, aumentando su inversión en Michigan en 600 millones. Trump limita el libre comercio a la empresa de su alter ego del siglo XX. Personajes similares, situaciones paradójicas. ¿Liberalismo económico haciéndose proteccionista? Tweets de ultraliberales en pro del proteccionismo. Sin complejos.

El segundo plano de nuestro lienzo sobre la hipocresía Trump también muestra perdedores y ganadores de la globalización y a una socialdemocracia acomplejada en su discurso. El discurso socialdemócrata triunfó hasta los 70, a base de recetas de Keynes para superar la Gran Depresión construyendo el Estado del Bienestar. En los 70 al demostrarse que el crecimiento moderado podía producir inflación, Friedman sienta las bases del libre comercio caracterizando la política económica liberal hasta hoy: derecha económica de Thatcher y Reagan con la que Trump se enriqueció.

Pero hay contras del libre mercado: la deslocalización de industrias a otros países (abaratan salarios y costes ambientales) supone caída de ingresos, desplazamiento del trabajo (ejemplo Ford), y tambalea los pilares del Estado del Bienestar. Lo señaló Gordon Brown hace dos décadas: es necesario encontrar el equilibrio de fuerzas entre el Estado y el libre comercio.

Ahí se situó la socialdemocracia: defendiendo el Estado del Bienestar y el equilibrio pero abogando tímidamente por recetas que antes funcionaron e hicieron triunfar sus tesis. Como en España el PlanE, machacado entonces por aquellos que ahora demandan políticas expansivas a Europa, viendo que en EE UU funcionaron y funcionan.

Pero en 2016 cambia el paradigma, apareciendo las paradojas. El ultraliberal del capitalismo salvaje Trump reacciona, abraza el proteccionismo y abandona a Ford haciendo suyo el discurso del proteccionismo, del equilibrio de fuerzas socialdemócratas: como si la derecha virase a izquierda. Los populismos y derechas están más cómodos en el eje proteccionismo-libre mercado que ante el eje izquierda-derecha, por supervivencia, no creencia. No viran, nos desplazan el eje.

Aquí se explican los complejos del lienzo. Urge una socialdemocracia reivindicando su modelo de redistribución, garante del Estado del Bienestar. Debe sacudirse complejos y reivindicar el papel estatal, sin perdedores de la Globalización. Debe mantener como suyo ese equilibrio que pretenden robarle. No permitir la pérdida de la protección laboral sin obtener protección social. Ser socialdemócrata es el equilibrio sociolaboral, la igualdad de oportunidades: ser socialdemócrata no es el igualitarismo del populismo.

Elementos del equilibrio, como cajas de ahorro, no puede permitirse que sean desmontados deliberadamente con excusas de abusos otrora cometidos. Sus obras eran elementos de reinversión social. Cediendo el mando del equilibrio, las conquistas sociales son carne de cañón para populistas y derechas. Por eso tensan la situación, la llevan a extremismos, dicotomías electorales, a blanco o negro: crean borrascas.

La socialdemocracia no debe entrar en ese juego, no debe dejarse llevar por la fuerza de Coriolis de la borrasca.