Cada vez estoy más convencido de que más de la mitad de los conflictos entre grupos políticos, esos que se olvidan pronto para pasar a otra cosa pero que entretienen a la opinión pública durante semanas, son estrategias de distracción para pasar por alto temas más serios y algún que otro escándalo. El último rifirafe cuanto menos curioso es la polémica entre Podemos y Ciudadanos sobre si Televisión Española debe o no emitir la misa de 12 del domingo en La 2. El partido dirigido por Pablo Iglesias ha registrado una iniciativa en el Congreso que pide que se suprima esta emisión del canal público. Mientras, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, no ha tardado en cargar contra los morados para decir que si no hay cosas más importantes en este país, pero le ha entrado al trapo. Lo que más me llama la atención es que nadie se plantea emitir liturgias de otras religiones y que toda la parrilla de la tele pública dedicada a ceremonias religiosas se centre en la católica. Eso no preocupa ni se plantean otras opciones. Nadie le ha preguntado a las personas mayores que no pueden salir de casa para ir a misa y que siguen la eucaristía por televisión lo que opinan. Nadie le pregunta a un musulmán si quiere que haya un programa dedicado, por ejemplo, a destacar dónde están las principales mezquitas del país. El afán por prohibir y derivar los asuntos importantes hacia menudencias no tiene límites. Ni misa católica ni catódica...