Viendo que últimamente esta Región atrae más temporales que otra cosa, a todo hay que encontrarle su parte positiva. Una mínima remodelación de Murcia no vendría mal y animo al Consistorio a que aproveche la lluvia que riega el asfalto de la ciudad. Como remate a la legislatura, y tan empeñado que está el alcalde en meterle mano al Segura, ya podría Ballesta dejar que se inunden las calles de la capital por completo (viendo algunas ramblas y avenidas después del temporal del lunes tampoco habría que tocar mucho más) o que se desborde el río y se ensanche desde Espinardo hasta Santiago el Mayor, y montar así una Venecia a la murciana. Pueden dejar, incluso, que floten unos cuantos limones y alcachofas para que sea vistoso y todavía pueda decir que ha metido el río y la huerta hasta las entrañas urbanas más céntricas de la ciudad, una simbiosis insuperable. El plan de urbanismo definitivo al que no se opondría ningún tribunal, una remodelación que llevaría al proyecto ´Murcia Rio´ de Ballesta a un nivel histriónico. Un colofón apoteósico a su programa político. Una forma de conseguir que el lema del alcalde, «abierta y participativa», atraviese los umbrales de la metarealidad y consiga una ciudad incrustada en la naturalera donde todos los murcianos convivamos en paz y armonía. Y para finalizar el arrebato urbanístico, un carril bici, de cualquier material flotante, que atraviese el cauce del Segura vendría genial, así hace media con la utilidad del resto. Ya saben, al mal tiempo, buena cara.