No sabes cómo te comprendo. Te minusvaloran, denigran, desprecian e, incluso, quieren verte muerto. Eres nuestro 'calimero' particular. Nadie te aprecia y, menos aún, te anhela al menos en nuestro corral. Eres nuestro punto más negro, con el cascarón del ministerio de Defensa siempre sobre tu cabeza y con la amenaza de que nos costarás, como todo, un huevo. En esto de los óvulos, nuestro malquerido aeropuerto de San Javier te pareces a tu hermano menor, el de Corvera. Entre los dos vais a convertir a los murcianos en eunucos. Bien es verdad que el nuevo retoño, que no acaba de despegar, caerá en una buena familia tras abrillantarlo con los presupuestos regionales; mientras tú eres de baja estofa, como corresponde a tu sangre pública. Hazme el favor de estrellarte o de pegarte un tiro, a ver si nos libramos de la indemnización que saqueará nuestros bolsillos. Eres como los malos hijos, pues nos empeñamos en que te despeñes y tú no haces más que obtener matrículas a nivel europeo. Ahí es nada. El puto Calimero, la más vilipendiada infraestructura de Murcia, contra la que no pueden ni los bombardeos propios ni el hecho de haber estado en manos de pilotos tan audaces como Trillo o Cascos. Nada es capaz de derribarte, ni los misiles de Madrid ni los lanzados por nuestras azafatas regionales, que te cortan las alas cada vez que pueden. Malas compañías que en vez de hacerte tragar la tierra son puestas en evidencia por los reconocimientos de las altas esferas europeas. La pérdida de control, marca de la casa, nubla cualquier tipo de expectativa pues sólo se apoya a los de alto vuelo. Buitres que ya sobrevuelan Corvera, considerándote a ti, mi hermano, mi causa perdida esta semana, pura carroña. Abróchate el cinturón 'calimero' a ver si somos capaces de pasar estas turbulencias sin acabar locos.