No dirá Rajoy que no se lo advirtieron. Garre, entre otros: «Porque todo esto que está ocurriendo (la imputación de PAS) era previsible y evitable; le dijimos que iba a pasar y ha pasado, pero nadie nos ha dado una explicación de por qué no se evitó». Se hubieran ahorrado, es verdad, todo este carnaval que se ha montado. Rivera va más lejos: «¿Qué no sabrá Pedro Antonio Sánchez de la financiación ilegal del PP, que Rajoy no se atreve a decirle que se marche?». ¿Por qué se obstina el PP, como parece, en proteger la corrupción en Murcia?

Tampoco es, desde luego, la primera vez que lo decimos nosotros. La trayectoria política de los últimos años de PAS es la historia de un despropósito. De un descomunal disparate. Sus embrollos continuados con la justicia desaconsejaban que el PP lo presentara para la presidencia de la región. Y aun así, Valcárcel se encabezonó. Y aquellos barros están trayendo estos lodos. Un presidente imputado, acusado de cuatro delitos (prevaricación continuada, fraude a la Administración, falsedad y malversación de caudales públicos), llamado a declarar por la Justicia, pero que se aferra, se atornilla, a la poltrona, poniendo en jaque a la región.

Hay un grotesco paralelismo entre lo que hace PAS en la región y lo que está haciendo el candidato de la derecha, Fillon, en Francia. Los dos están imputados por corrupción, los dos prometieron que si algún día lo estaban dimitirían, y ambos, una vez que lo están, se niegan a dimitir. En ambos casos, se ha roto el pacto moral que sella, que rubrica, la palabra dada. Ni Murcia ni Francia se merecen un presidente que falte a su palabra. Nadie tendrá que enseñarme la puerta de salida si me imputan, vino a decir Sánchez. No me presentaré a la presidencia de la república si «je suis mis en examen», dijo Fillon. Pero uno y otro siguen ahí, ensuciando y desacreditando la política.

Incumplida la palabra, sólo queda ahora agarrarse a cualquier enlucido. Violentando la semántica o riéndose de la gente en su propia cara. Que si investigado no es lo mismo que imputado, que si es un error administrativo y no corrupción, que si? Poco importa que con tanta irresponsabilidad se esté arrastrando el nombre de Murcia por el fango. El caso es resistir, esperando un más que improbable sobreseimiento del caso, a la vista de la contundencia de las pruebas de cargo. «Que me den 72 horas hasta que vaya a declarar», clamaba Sánchez el viernes, como si algún pajarito (o pajarraco) le hubiera soplado alguna información privilegiada que los demás desconocemos. Que se esperen a que me abran juicio oral? La cuestión es aguantar. Como sea y a costa de lo que sea. Echándole, incluso, la culpa a los técnicos, a los funcionarios, a los demás, como al parecer ha hecho en la declaración. Y por supuesto, recurriendo al famoso «No lo sé, no recuerdo, no era de mi competencia», al que ya estamos tan acostumbrados.

Y mira que Ciudadanos se lo ha puesto fácil al PP. «Basta con que sustituyan al imputado, como se pactó en su día, y en un cuarto de hora está el asunto zanjado», repite una y otra vez Arrimadas. ¿Qué necesidad hay entonces de andar desafiando al socio de investidura?

Independientemente de lo que el actual presidente de la región sepa sobre financiación ilegal del PP, quizá sea ésta la forma que ve Rajoy de doblegar a Ciudadanos, que es quien más se juega en este asunto. El PSRM y Podemos serán en todo caso beneficiarios colaterales. El partido de Rivera se presenta, por el contrario, como el gran ganador o perdedor en función de si consigue o no que salte PAS. De ahí que el otro Sánchez no descarte mociones de censura con PSOE y Podemos, por muy estrambótico que esto parezca. Pero el PP se reserva dos cartas en la manga. La primera, que está convencido de que esta alianza no se va a materializar. La segunda, que en caso de que se lleve a efecto podría desactivarla desprendiéndose en el último momento de PAS. A estas alturas, el voto que queda del PP en la región, que no es menor, está inmunizado contra la corrupción. Ninguna de las dos opciones, por consiguiente, que PAS se vaya o se quede, les perjudicaría electoralmente como partido. O eso creen ellos. Preferirían, obviamente, que se pudiera mantener porque matarían dos pájaros de un tiro. Evitar una crisis de Gobierno en la región y frenar a Rivera, pero esto quizá sea mucho pedir.

Así las cosas, quienes más tienen que perder en esta riña de gatos son PAS, como individuo, si abandona, y Ciudadanos, como 'partido anticorrupción', si no consigue que abandone. Es una cuestión de supervivencia. De ahí que ambos se tengan que emplear a fondo en esta lucha final.