En política es muy difícil jugar a futurible porque las cosas cambian a gran velocidad, pero me aventuraré a decir que por lo que escucho de los portavoces de Ciudadanos, en Madrid y Murcia, la solución a la crisis de Gobierno regional se encamina, no a lo que pretenden PSOE y Podemos, o sea una moción de censura, sino a lo que al parecer es el plan B (dicen que no lo tienen, pero sí), del PP, que no es otro que el presidente sea sustituido por alguien de su partido. Parlamentario, por supuesto, y a ser posible alcalde de alguna ciudad, por eso de tener experiencia en la gestión pública. Seguramente juego fuerte al aventurar esto pero es que, sinceramente, no atisbo otra salida, incluso aunque el presidente de la Comunidad resulte libre de cualquier cargo porque, en estos momentos, lo que también se está poniendo en cuestión es la palabra de PAS, ese «si resulto imputado me iré, y no tendrá que pedírmelo nadie», porque aunque se empeñen en buscar distintos significados a las palabras lo cierto es que se firmó un acuerdo entre el PP y Ciudadanos y el cumplimiento de ese acuerdo está en cuestión. Y Ciudadanos se juega en este envite mucho más de lo que parece: se juega su credibilidad. Por esto, al máximo nivel de sus dirigentes ya se está diciendo que no irán a la moción de censura si el PP propone un sustituto para Pedro Antonio Sánchez, y yo creo que ya se tiene buscado.

Y mientras esto ocurre, personajes como Alberto Garre, el que fuera fugaz presidente de la Región se vino a Murcia, a la vera del río, para pedir la dimisión del presidente porque ya que no le dio resultado aquella proclama que hizo sobre que Rajoy debería haber renunciado a presentarse como candidato en las últimas elecciones porque, según este lince de la política, la opinión pública estaba asistiendo 'atónita' al 'hundimiento' del PP «a causa del empecinamiento de un capitán extenuado que se niega a ser relevado del puente de mando», ahora espera conseguir no sé qué. Porque puestos a crear figuras poéticas, yo me pregunto en qué 'puente de mando' se encontraba y se encuentra este señor que, al parecer, ahora aspira a figurar en no sé qué partido que le haría líder de los líderes, pero que no se atreve a dar el paso adelante porque mejor es esperar, a ver qué pasa. Pero ahora, aprovechando las aguas revueltas en su partido (hemos de recordar que continúa perteneciendo al PP) da de nuevo una muestra de su estulticia, de su falta de decoro, para pedir otra dimisión, la de Pedro Antonio Sánchez, por «el carnaval político nacional que se ha montado». Y se nos pone digno, un hombre que lleva traicionando a su formación política desde hace largo tiempo, dejándose querer para encabezar un llamado partido regionalista que sería competencia directa del suyo (es difícil pensar que alguna formación política en la que él esté no sea de derechas), diciendo cosas como que «en estas circunstancias, es muy difícil seguir en el PP».

A mí, todo lo que está pasando con el presidente de Murcia me entristece, y creo que su única salida está en dejar su cargo, pero me entristece más la gente que, como Garre, ha estado viviendo de su partido y ahora nos sale pleno de 'dignidad', reprochando a su sucesor en la presidencia que él hubiese querido continuar ostentando que, según él, no sea capaz de «separar la responsabilidad política de la responsabilidad judicial», aseverando que la juez de Lorca le atribuye cuatro delitos, «que no son errores administrativos, sino supuestos penales».

Ya ven como es la cosa pública. Valcárcel, con tan larga experiencia de Gobierno, no supo calibrar la catadura de este personaje cuando lo eligió para sustituirle a la espera de PAS, seguramente porque a él también le gustan las lisonjas que solo los arribistas son capaces de mostrar: gente que sobra en la política.