Hace un par de días, tras acudir al estreno de un ciclo sobre música en la CAM, en Murcia, que viene también aderezado con canto y baile español, todo interpretado por jóvenes de la Región, estuve comentando con un grupo de amigos lo difícil que lo tienen las iniciativas que no tienen padrinos y madrinas en las administraciones públicas: sus promotores tienen que luchar para encontrar un espacio adecuado en el que ofertar el espectáculo, intentando que no sea demasiado caro su alquiler; los artistas ´van a taquilla´, con lo cual y visto cómo está el panorama, es casi como decir que lo hacen por puro amor al arte. Y duele, duele mucho, ver que hay una cultura con mayúsculas en esta Región que pide paso pero que sólo encuentra obstáculos. También con nostalgia nos vino a la memoria esos años en los que había un festival de Jazz en la Calle en Murcia -que a los más jóvenes ni les suena- o esos ciclos de ópera y ballet en los que se programaban las figuras de más renombre nacional e internacional de esas fechas. El otro día la consejera Noelia Arroyo, se jactó de que ´regaba´ con millones la cultura regional murciana. Pero no le vendría mal asomarse a esa otra cultura que pide paso.