¿No has notado últimamente que algunos anuncios te aperecen hasta en la sopa mientras navegas por internet? ¿Cómo se ha enterado esa gente de que estás pensando en comprarte unos zapatos nuevos? ¿O de que estás dudando si irte de vacaciones a Fuerteventura, aunque todavía no hayas comprado el billete?

En primer lugar, descarta las casualidades. Las casualidades en la vida son como el sexo gratis: sencillamente no existe. Por algún lado tendrás que pagar, o en dinero, en cenas de lujo, o con un compromiso para toda la vida. Pues igual, si te salen los mismos anuncios aunque cambies de web, o incluso de pantalla, es por que esos anuncios saben lo que están pensando comprar.

Tampoco es ingeniería nuclear, sino algo tan simple como que permite la trazabilidad de los visitantes en las páginas web, en conjunción con las opciones que proporcionan a los anunciantes de pago los grandes de la publicidad online, que no son otros que los grandes gigantes de internet: google, facebook, twitter, linkedin€

La palabra difiere de una a otra plataforma, pero básicamente hay dos formas de denominar esa funcionalidad que ofrecen los buscadores y redes sociales: remarketing o retargeting. La funcionalidad consiste en mostrar los anuncios de un producto o una web a aquellos que han visitado otra web o un determinado portal de comercio electrónico. Por ejemplo, una tienda de zapatos online o una web de viajes. La herramienta que permite perseguirte se basa en las famosas cookies, que en realidad no son galletitas, como la traducción de su nombre en inglés sugeriría, sino unas cuantas líneas de código que se instalan en tu navegador y que facilitan que las nuevas páginas que visitas las reconozcan, y den las instrucciones pertinentes a los plataformas que sirven los anuncios, para que te presenten determinados banners con ofertas de los productos por los que interesaste previamente.

A continuación pensarás: ¡qué malvados!. ¡Ya saben lo que quiero y ahora no me dejan en paz!. Y si a eso le añades que son grandes multinacionales norteamericanas las que se benefician de ello y permiten que los anunciantes te acosen, ya la tenemos armada. Pero si lo piensas bien, el remarketing o retargeting, tiene alguna e indudable ventaja.

Y es que las propuestas publicitarias que se te presentan, al menos tienen que ver con algo en lo que estás realmente interesado. Según estudios recientes, estamos expuestos a una media de 4000 anuncios diarios que intentan impactarnos. Afortunadamente, pocos de los 4000 anuncios consiguen transpasar todas las barreras de indiferencia que somos capaces de colocar frente a ellos. De lo contrario, nos iríamos a la cama hechos un manojo de nervios, entre tanto perfume, banco, seguro de coche, y alarma de seguridad. Al menos, el remarketing permite que los anuncios que nos acosan sean pertinentes. Un poco insistentes de más, pero pertinentes al fin y al cabo.

Para defenderse frente a las acusaciones más que justificadas de invasión de nuestra privacidad, las plataformas de internet que ofrecen esta opción a los anunciantes alegan que ellas ´anonimizan´ los datos, una palabra de reciente invención muy a propósito para esta nueva era. Se supone que los sistemas informáticos reconvierten los paquetes de datos en una mera identificación alfanúmerica imposible de relacionar con la persona real que somos nosotros.

Bueno, probablemente sea así, pero también podríamos responder con aquello de «el anonimizador que anonimice, buen anonimizador será». O lo que es más sencillo de entender: caca de la vaca. Ellos saben perfectamente lo que hicimos el verano pasado. Y el invierno, la primavera y el otoño de este año. Así que, cuidado donde entras, no sea que tu mujer se encuentre con unos estupendos y sugerentes anuncios de tu sexshop online favorito la próxima vez que te invada el portátil.