Lo previsto. Miguel Sánchez: «Dimita usted». Pedro Antonio Sánchez: «Pues va a ser que no». ¿Y ahora? Ya resulta significativo que hayan pasado unos quince días desde que el presidente de la Comunidad resultó imputado en el caso Auditorio. Ciudadanos, que podía haber exigido reunirse con él al día siguiente, ha esperado medio mes para hacerlo. Tómese nota del detalle, que aquí fue convenientemente subrayado: ambos se están dando tiempo. ¿Y para qué, si las dos partes sabían de antemano que la reunión de ayer sería un diálogo de sordos? Lo notable del asunto es que hasta esa reunión, al menos formalmente, PAS estaba en la picota. Desde ayer, la pelota está en el tejado de Ciudadanos. ¿Qué van a hacer? El presidente, con expresión más diplomática de la que resumo en el siguiente entrecomillado ha venido a decirle al enviado de Rivera: «No dimito. Echadme».

La única manera de echar a PAS es a través de una moción de censura. Y todo el mundo sabe que esto no se producirá, ya que el PP, antes que perder el Gobierno sacrificaría la cabeza de su presidente para poner en su sillón a un diputado del mismo partido, que es lo que confortaría a Ciudadanos. Por tanto, Miguel Sánchez amaga con la censura, aunque sin mentar la bicha, en un intento de meter miedo, de presionar, de intentar llevar las cosas al límite para que, en tiempo de descuento, caiga PAS sin que caiga el PP. Dado que Ciudadanos goza todavía de un aura amateur, tal vez en el PP, por si sí o por si no, se adelanten a evitar riesgos y se decidan a resolver el conflicto con un cambiazo que le dé tranquilidad en esta plaza durante los dos próximos años. Pero el PP no nació ayer, y sabe que Ciudadanos no va a promover un Gobierno del PSOE que precisaría del hermanamiento de Podemos además del propio. Ciudadanos va a juguetear con esa posibilidad, pero no dará el paso decisivo. Y aunque desde Madrid se atrevieran a lanzar el experimento, dado que Murcia es un laboratorio remoto, perdido en el mapa, el problema surgiría entre el PSOE y Podemos. Este último lo tiene muy claro: cualquier cosa para sacar al PP del poder. En teoría, así es. Pero eso significaría regalar la presidencia a los socialistas, sus principales competidores electorales y eliminados como posibles socios una vez que la línea errejonista ha sido aplastada, aunque sobreviva en la dirección del partido en Murcia. En cuanto al PSOE, todos podemos imaginar a González Tovar salivando, en la previsión de que por carambola le toque ser presidente a pesar de sus desastrosos resultados electorales, pero ni siquiera en la estructura de su partido alientan este imaginario, ya que es obvio que esto supondría para ese partido pan para hoy y más hambre para mañana. La entronización de Tovar haría de contrafuego para una recuperación futura del PSOE, todavía posible a través de una nueva generación con más ideas que la única manejada hasta ahora desde la dirección: si cae PAS me pongo yo, que pasaba por aquí.

El señuelo de la moción de censura tal vez resulte, en la práctica, el mejor vehículo para que Ciudadanos siga huyendo hacia adelante a la espera de que los jueces decidan de una vez en qué queda todo esto. Por un lado, les permitiría mantener el pulso, por si en pocas semanas PAS es lanzado al banquillo y así concluyera todo para él; por otro, les facilitaría el escenario perfecto para prolongar el ultimátum, pues se supone que una negociación a tres bandas para promover una moción de censura no se resuelve en diez minutos. No se trata de quitar a un presidente para poner a otro, sino que hay que empezar por decidir qué presidente, qué programa, qué pactos, qué primeras iniciativas debiera tomar el nuevo Gobierno, cuál sería el grado de implicación de cada uno de los partidos... Imaginemos que Ciudadanos empieza por sugerir que prefiere a Rosa Peñalver frente a González Tovar, lo cual provocaría un rechazo desde la dirección socialista que daría para apurar algunos días o semanas. Aun sin estos efectos, la negociación llevaría algún tiempo, el mismo que precisa PAS para que la cuestión judicial avance y, en su previsión, concluya a su favor, de manera que la coincidencia del archivo de su causa (convicción sin la cual no tendría sentido su resistencia) se produzca mientras permanece en el cargo. Por contra de lo anterior, una censura fulminante, sin ahormar un modelo de Gobierno y un programa detallado, podría levantar muchas incertidumbres, pues desahuciar a PAS de San Esteban constituye un buen ejercicio de fuerza y coherencia, pero no es proyecto suficiente.

En resumen, están, todas las partes, en fase de figuración. No pasará nada importante, aunque la espera será colvulsa.