Dicen que solo percibes el paso del tiempo cuando comienzan a desaparecer los que formaron parte de tu vida. En eso estoy estos días, en aquellos que conocí en un momento de mi existencia y formaron parte de la misma en RNE, en Murcia, en un momento ya lejano, la primera vez que llegaba a esta tierra a la que amo profundamente. Porque aquellos que estaban en esa radio, cuando descubrí este universo, hemos perdido a un extraordinario profesional pero, sobre todo, perdimos a una gran persona. Ya sé, estarán pesando que eso se dice de todos los que se fueron. Es posible, pero en este caso es verdad.

Andrés Moreno no era solo un exquisito del sonido, era también un extraordinario ser humano, y un compañero excepcional, al que tuve la fortuna de conocer cuando arribé a Murcia, a RNE, y él formaba parte de la plantilla de técnicos de sonido, de los que esa emisora siempre ha podido presumir, y de la que formaban parte también, entre otros, José Luis Más y Diego Gómez. Emisora a la que Andrés llegó después de un intenso aprendizaje en Radio Nacional de Extremadura y de Bilbao. Porque aquí, en su tierra, era donde quería estar para dedicarse en cuerpo y alma; no nos lo imaginamos haciéndolo de otra manera, a las grabaciones de Radio Clásica de RNE.

Yo recalaba en Murcia para dirigir RNE con pocos años, con muchas ilusiones y todos los miedos del mundo al llegar a un lugar desconocido. Pero me encontré con gente extraordinaria que hizo muy fácil mi labor, que me enseñaron mucho, porque la vida es un continuo aprendizaje, un flujo y reflujo. Y entre esa gente maravillosa me encontré a Andrés Moreno. Callado, sonriente siempre y leal hasta decir basta. Un Andrés Moreno que nos dijo adiós para siempre de pronto, haciéndonos pensar que él, como fue siempre, pretendió no llamar la atención, aunque en Radio Clásica se guarden amorosamente sus grabaciones y es que conseguir los sonidos más perfectos no está al alcance de cualquiera. La música, clásica o no, exige poner el corazón y sentir sus latidos al compás de los más diversos sonidos. No, eso solo está al alcance de los elegidos y él lo fue, porque Andrés poseía el don del saber hacer, del saber sentir; solo sintiendo se puede mostrar el alma que percibíamos en sus grabaciones.

Él, como otros, se fue de RNE, pero continuó mostrando su saber en el Conservatorio de Música de Murcia. Para prolongar su actividad, para proseguir en activo dejando su impronta para los que quisieran empaparse de su maestría, como el Cuarteto Saravasti, a cuyos miembros pude saludar en el ultimo adiós que le dimos los que le queremos, que somos muchos, los que le admiramos, que somos todos los que le conocimos, Y les vi con lágrimas en los ojos, con gestos de incomprensión porque, de alguna manera, ellos también han perdido algo muy importante, la persona más adecuada para transmitir en las grabaciones el alma que todo músico muestra cuando suelta su inspiración. Y también estaba Curro Piñana y su gesto sincero de dolor y, si me apuran, de rabia. Y tantos otros que fueron a decirle adiós, como Paco García y Victoria, y otros muchos que sintieron romperse algo dentro de ellos.

Sí, estaban aquellos compañeros de RNE, los que formaron parte de su vida. De una vida que pasó presumiendo de oficio y de Cartagena y de las grabaciones que siempre estaban empezando o finalizando, como en estos momentos, cuando le ha sorprendido el adiós inevitable, trabajando, más que eso, disfrutando, con la impresión del último disco de Curro Piñana. Ese cantaor de flamenco y profesor del Conservatorio de Murcia al que descubrí haciéndole una entrevista, cómo no, junto a Andrés, y a quien recuerdo diciéndome que ese Andrés Moreno, al que extrañaremos tanto, era su amigo, su confidente, su aliado. Como lo fue de tantos otros.

Siempre te querremos.