Ya hay niños que quieren ser youtubers de mayores. Y eso, en principio, no debe tener nada de malo. Son muchas las personas que están consiguiendo un sueldo más o menos decente subiendo vídeos a Youtube, por lo que todo indica que, antes o después, esto podrá ser una profesión como cualquier otra. También hay quien, aunque no gane dinero, se divierte compartiendo sus conocimientos o vivencias en esta red social. Los hay de todo tipo: los que dan consejos, los que explican qué visitar en una ciudad, los que enseñan a utilizar herramientas, algunos dan trucos para pasar las pantallas de los videojuegos, los que hacen comentarios sobre la actualidad y, por qué negarlo, también están los que se dedican a airear sus intimidades, montándose un culebrón en el salón de su casa. Te pueden gustar o no, para eso existe la libre elección de seguir los contenidos de una persona. Lo que considero que no se puede tolerar es la actitud de personajes como el ´caranchoa´, que se dedicaba a insultar a gente por la calle; el que ofreció galletas con pasta de dientes a un indigente o, como hemos visto hace apenas un par de días, este energúmeno que atacó con spray de pimienta a un trabajador de una pizzería. Todo para grabar unos vídeos y que cuatro desalmados se echen unas risas. No estaría nada mal que todos ellos recibieran su castigo para mostrar a la sociedad que ese no es el camino. No todo vale.