Podrían ser uno o varios de sus concejales que, a menudo, acompañan al alcalde Murcia, José Ballesta, a actos cotidianos para más gloria del primer edil. También podrían ser aquellos que no se atreven a cuestionar las ideas y proyectos del que ostenta el bastón de mando en la Glorieta o esos otros que pasan por su despacho para hacerle la pelota, con o sin disimulo. Comparsas a fin de cuentas de la autoridad máxima del principal municipio de la Región. Sin embargo, los auténticos hicieron acto de presencia el pasado 27 de enero en el Almudí en la exposición de Pepe Claros La casa azul. Homenaje a Frida Kahlo. La ocasión lo merecía. Hasta ahí nada que objetar. Ballesta, como forofo de las redes sociales, subió fotos del acontecimiento en su cuenta de Twitter, en la que aparecía un grupo de mariachis. Este tuit del alcalde era apropiado, ya que daba a entender lo currada que estaba la puesta en escena. Sin embargo, el mensaje se produjo en un momento de delicada tensión. En las calles se desplegaban, esa noche, más de cien policías para evitar o prevenir posibles enfrentamientos entre bandas. Se barruntaba que podía pasar algo y delegación del Gobierno no quiso andarse con tonterías. Venían ultras de Madrid a vengar a la joven apaleada en La Boca del Lobo. Las redes sociales echaban humo de advertencias de que mucho cuidado esa noche con los grupos de jóvenes. Incluso, en los grupos de WhatAppp se comentaban las medidas a tomar con los adolescentes para que no se toparan con grupos de indeseables. Era el tema del día. Sin embargo, el alcalde ni siquiera hizo mención al gran despliegue policial ni a la típica y clásica llamada a la calma ante tal panorama. Ni en redes sociales, ni en actos públicos ni a través de su gabinete de prensa. Ni mu. Circunstancia que llamó la atención del personal, a la vista de que otros políticos con responsabilidades menos elevadas que el alcalde se molestaron en llamar a la delegación del Gobierno para interesarse por el dispositivo de seguridad. Tampoco se convocó la Junta Local de Seguridad, ese órgano que no se sabe muy bien para qué sirve o cuándo debe ser convocado. En él están presentes los cuerpos y fuerzas de seguridad y miembros de la Policía Local. Tampoco a posteriori se ha reunido para tratar los episodios de violencia que ocurren cada fin de semana en el último mes. El PP parece que sigue oyendo a los mariachis.

Por nadie pase.