Parece que al final se ha ideado un compromiso para que haya campanas en Valencia y descanso de sus vecinos. Sujeción a horario y una goma en el badajo. Y perdón por la expresión, que no puede ser más del Zeitgeist. Como diría don Camilo, benditos los tiempos en que los badajos eran causa de siniestro aunque eso, el espíritu de los tiempos, ya se va imponiendo y no hay frutería sin guantes, solomillo sin sarcófago de poliestireno, ni casquivana sin su juguete de látex. Por mí no se priven. Un filete de ternera lleva más envoltorios (y más herméticos) que vendas la momia de Ramsés II. Con atmósfera inerte de nitrógeno que después licúa Ferran Adrià para (tachán) producir la almeja/estalactita.

El pintor August Renoir (14 euros en el Thyssen Borgemisza, que Tita Cervera se ha de comprar los modelos de verano) pintaba señoritas adorables y jóvenes, guayabas con mejillas de pavía y culo de melocotón, pero sexualmente adultas. Y no se limitaba a admirarlas. Debería de tener cierta fama porque el médico le preguntó, inquisitivo, si sus dolores no serían sífilis: «No, pero lo aseguro que no he hecho nada por evitarlo», contestó el pintor. En cambio en esta época de profilaxis, se propaga también el sexo de los pederastas, un sexo de lavanda y caquita verde, sin combate ni rendición, ni sudores ni blasfemias: una birria criminosa. Fui a los fauves y a Clara Peeters, pero no a Renoir.

Que ningún badajo se quede sin su goma. De hecho, lo mismo los muertos de la carretera que los refugiados que rescatamos, no de su naufragio, sino del nuestro, van envueltos en el mismo plástico dorado que supongo de notables propiedades térmicas y que, en el caso de los muertos con violencia, no deja escapar pellejos ni jugos de interés forense. El interés forense, muy desarrollado, eso sí. Nunca analizamos tanto las frases ajenas (ni tomamos tanta prevención de las propias), en busca del germen de la falta de respeto a esto o aquello, de una hojuela de malicia aunque sea ingeniosa. Falta poco para que derribemos los campanarios: por machistas y falócratas.