Meter en el mismo paquete de corrupción los asuntos de Bárcenas, los de aquel director general andaluz (el chófer y la coca), a los Pujol y al Granados de la Púnica, con el pecado de nombrar a dedo un interventor y al presidente Pedro Antonio Sánchez, no es cosa inteligente pues, en definitiva, el ciudadano quedará embaucado respecto a que la clase política es toda corrupta. Quien conoce a PAS sabe que es honrado a carta cabal, una buena persona, un hombre honesto y que tiene, más que el derecho, el deber de defender que no es un sinvergüenza corrupto (como algunos) sino todo lo contrario. En el extremo de tener que reconocer errores administrativos, no se iría más allá de haber hecho frente (con buen fin) a lo que genera la pereza administrativa de la propia Administración. Sólo eso.