Hace tiempo que no se escucha esta palabra. La introdujo Pablo Iglesias y se popularizó de tal manera que la clase política dirigente se sintió muy ofendida. Esta palabra no me gustó mucho, porque hay políticos honrados y coherentes; dicho esto, sigo viendo en la clase política dirigente de muchos partidos, de diversas ideologías, que sigue el ordeno y mando, la manipulación, el control y la dominación, maniobrar antes de los congresos de decisión para que los militantes elijan los que ellos quieren, coaccionando y ofreciendo cargos y prebendas, sabiendo que no se va a modificar las condiciones económicas y los privilegios si salen diputados o senadores. Es una clase política que engaña y planifica el engaño, maneja el lenguaje perfectamente. Lo único que le molesta es que salga a la luz pública.