Hacía un mes desde la nochebuena pero como si lo fuera. No todos los días se recibía una carta de una ministra, Fátima, anunciando a su abuelo que le subían la pensión 0,40 céntimos y felicitándole por ello y por el nuevo año. Todo un milagro en medio de las decenas de sobres con deudas y publicidad que se recibían en su buzón a lo largo del año. Qué simpática y amable la señora, ayudando a su abuelo a sostener al resto de la familia. Tampoco había sido mala la jornada para su padre, pues tras una semana en barbecho le habían cogido para trabajar a destajo en los campos de Murcia. Había merecido la pena pasar toda la noche en vela para llegar pronto al casting de los capataces en la Plaza Mayor del pueblo. A cinco euros la hora, sin contrato y con maltrato, muy pocas veces podía subir a la siniestra, a la vez que anhelada, camioneta que se perdía por los caminos. Yo también me siento afortunado tras recibir la llamada del dueño del bar. Este fin de semana me sacaré 50 euros por trabajar viernes, sábado y domingo. No es mucho, pero me podré tomar unas cuantas cocacolas. Ojalá todas las noches fueran como ésta, tras tan excelentes noticias. De estrellados a ver las estrellas. La nave va?Hemos encendido, incluso, un poco la estufa para caldear la cocina y ahora nos disponemos a probar las viandas como los ricos, que cenan ligero. Sólo falta que cuando encendamos el televisor nos informen que el Producto Interior Bruto ha crecido más del 3% y que el empleo lo ha hecho en mayor proporción. ¡Qué se pare el mundo! me dan ganas de gritar antes de entrar en el mundo de los sueños, donde todos tenemos un trabajo en condiciones para poder compartirlo con la familia.