Muchos del PSOE llevan demasiado tiempo hablando de las personas, de sus personas, y poco del partido, y en la mayoría de los casos serían muy poco sin ese partido al que han demostrado no respetar, pero su 'ombliguismo', al parecer, está por encima de las ideologías, de las ideas, hasta olvidar que ese partido, al que ellos tanto daño le han hecho, le están haciendo, es el que nació un 2 de mayo de 1879 y el que está a punto de cumplir 138 años de historia. Mucha historia de lucha por la igualdad, ante tanta pequeñez de ideas y de comportamiento, en muchos casos mezquino.

Pero algunos llegaron al partido creyendo que eran los más altos, los más guapos, los más listos y hasta, si me apuran, rubios y con los ojos azules. Y olvidaron que lo que importa son las ideas, en muchos casos ausentes del discurso de los que más ruido hicieron. Sí, ese partido más que centenario lleva mucho tiempo falto de ideas que ilusionen a un electorado un tanto desencantado por esa falta de proyectos. Ausencia que ha dañado un partido labrado en muchos años de historia, de lucha por la democracia, por las libertades y la igualdad. Hacerle tanto daño ha sido muy fácil. Tan fácil como acudir a la demagogia presentándose como los defensores de las esencias socialistas, como si no hubiese nada detrás. Como si la historia de ese partido hubiese comenzado hace unos años, cuando ellos se creyeron dueños de las siglas, hasta no importarles ensuciarlas instalando un local al lado de su sede central, en Ferraz, en Madrid, para sembrar la confusión entre los militantes, para asombrar a los que no lo son, pero votan esas siglas, y para fomentar la alegría indisimulada de los que esperan que esta corriente de autodestrucción del PSOE continúe para pescar en un río demasiado revuelto. Por cierto que sería bueno saber, más que nada por curiosidad, quienes son los que pagan esas instalaciones teniendo en cuenta los precios de alquiler de esa calle céntrica y cotizada de Madrid.

Sí, unos recién llegados, en la mayoría de los casos, que se permitieron insinuar, sugerir, aventurar, que ellos son la verdadera izquierda del PSOE, en un ejercicio de tanta prepotencia, de tanto desdén hacia los demás que hasta se permitieron acosar y acusar a Madina de fascista. Sí, eso le cantaron, a la puerta de su partido, a alguien que está mutilado por una bomba de ETA cuando luchaba por la libertad de este país, y otros ni siquiera habían llegado a esto. Esos que fomentaron los gritos y pancartas ofensivas en la entrada de la sede de ese partido, haciendo tanto daño al mismo.

Por todo esto que apunto es por lo que oír el discurso de Javier Fernández, el presidente de la Comisión Gestora del PSOE en su intervención en el Comité Federal de su partido celebrado el pasado domingo, con su tono de voz sosegado, sin estridencias, de hombre cabal y convencido de sus ideas (hay que recordar que sus padres se conocieron en un campo de concentración y su abuelo fue fusilado) ha sido como un bálsamo entre tanto ruido. Porque Fernández habló de respeto, de responsabilidad y, sobre todo, habló de partido, que tanta falta hacía, después de tanto personalismo. Sí, habló con emoción de lo necesario de la socialdemocracia, a la que tanto debe este país, y otros, para denunciar lo que muchos pensamos, que el PSOE con tanto dime y direte se estaba alejando de la sociedad. Y finalizó su parlamento haciendo una llamada a la cordura y a la defensa de las ideas.

De esto es de lo que el PSOE ha de hablar. De la anunciada candidatura de Patxi López a la secretaria general del partido y de otras candidaturas que puedan presentarse pero, sobre todo, es hora de hablar de proyectos. Defendiendo cada uno los suyos, pero respetando los de los demás. Sin descalificaciones que ponen en evidencia a quienes practican la funesta manía de despreciar lo que no comparten.