Patxi López quiere unir al PSOE. En su etapa de lendakari gracias a los votos del Partido Popular, López se ganó el apodo de Patxi Nadie por su gestión ambigua, banal y contemporizadora con el nacionalismo vasco. Su reconocido perfil dialogante no pudo imponerse a la insignificancia que se le atribuía, sin embargo por esas cosas que tiene la política su mandato concluyó con la paz de ETA. Patxi se presenta ahora como la tercera vía de un socialismo dirigente que le reconoce como el militante histórico que le aleja de la disyuntiva Susana Díaz-Pedro Sánchez. En el supuesto que sean tres los candidatos a secretario general. Presumiblemente entre López que habla de ´unir´, Díaz de ´coser´ y Sánchez de ´dar mayor voz a la militancia´, los socialistas tendrán que elegir un líder para el presente y el futuro. Pero la elección más difícil no será la del timonel, sino la del rumbo a seguir. El PSOE, como ha dicho Javier Fernández, tiene que volver a pensar en la agenda de España y reorientarse definitivamente como el partido nacional que representa una alternativa de gobierno fiable de acuerdo con los intereses de todos los españoles. No pendiente, como ha sucedido en diversas etapas de los últimos años, de los calendarios oportunistas y coyunturales en función de la tendencia de voto y las derivas de la izquierda. Es la única manera de que el PSOE se reconozca y sea reconocido por los demás como el partido hegemónico dispuesto a gobernar de manera coherente y con una visión de conjunto de lo que es este país. A gobernar o a mantener desde la oposición la congruencia que se le exige a un partido con sus años de historia. Siendo exigente y estando, además, exigido por las circunstancias de la política real, volverá a convertirse sin riesgos para su hegemonía en la primera referencia de la izquierda.