Ha sido ésta una semana que directa o indirectamente ha afectado a la Iglesia. Entre ellos, Trillo y su altanería y poca moralidad en el caso del desastre del YAK-42. Un hombre que se tiene por muy religioso y que ha sido costalero en la Semana Santa de Sevilla nos ha dejado un sabor de boca más que amargo al no haberse dignado a pedir perdón a los familiares de las víctimas militares del accidente aéreo, ocurrido hace 14 años, siendo él ministro de Defensa. ¿Dónde se ha quedado su espíritu religioso? Otro tema, este sí más mundano, nos lleva a la fiscalización a la Iglesia por parte del Tribunal de Cuentas, una iniciativa de cinco consejeros que han echado para atrás los consejeros afines al Partido Popular. No entiendo que a estas alturas y cuando todos y cada uno de nosotros estamos fiscalizados hasta en el último céntimo, haya una entidad religiosa con este tipo de privilegios en un país que constitucionalmente se declara aconfesional. ¿No es suficiente prebenda el que en la declaración de la renta haya una casilla específica que les permite recibir el 0,7% de lo declarado si se marca la 'X'? Es mucho dinero y, si no tienen nada que esconder como dicen, no debería pasar nada por que se comprobara si se destina a los fines que deben. Por cierto, que habrá que estar pendientes de otro asunto: El Tribunal Europeo de Justicia tiene que pronunciarse por primera vez sobre si la exención a la Iglesia Católica del impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras para determinados inmuebles es contrario al Tratado de la Unión Europea. ¿Enmendará la Justicia europea la mala praxis de la política española?