Seguro que en los últimos días han recibio al menos un correo electrónico de alguna conocida marca de ropa, centro comercial o tienda de tecnología recordándole que estamos en rebajas. Y seguro que, para su perplejidad, no sólo le ha llegado el correo, sino que casualmente contenía una selección de artículos, prendas y marcas perfectamente ajustadas a sus intereses. Y la cosa no queda ahí.

Tras pinchar inocentemente en alguna de las promociones, navegar por una página web llena de ofertas, cerrar el navegador de internet, apagar el ordenador e ir a tomar café al bar de la esquina; tras todo eso, al volver a la mesa de trabajo y acceder, por ejemplo, a la edición digital de su periódico de referencia ¡zas! Ahí están esos zapatos que usted estuvo viendo horas antes y dudando si los compraba, anunciados tres veces en todos los formatos posibles. La indiscreción es bárbara, claro, si uno ha pretendido comprar ropa interior o algún producto de adelgazamiento. La inquietud está garantizada.

El control del panóptico digital del que habla Castells, ese rastro de información que dejamos escrito a nuestro paso por internet sobre nosotros, nuestros gustos y comportamientos, es ya un elemento esencial para aquel que quiera tener el poder. Nuestra intimidad en manos de un nuevo imperio que poco a poco va definiendo un nuevo orden mundial, con un nuevo modelo económico en el que el uso y la traducción de todos esos ´big datos´ se situará en el centro del eje. Algoritmos capaces de discernir en fracciones de segundo quién está accediendo a determinada información, cuáles son sus preferencias conocidas y, ahí la revolución, cuál es su posición socioeconómica y cuánto se le puede cobrar. Ya sea por una camisa, una película o el acceso a una noticia. En este sentido precisamente se pronunció el director adjunto del Toronto Star, David Skok, en un reportaje sobre los retos de 2017 planteado por el Laboratorio Nieman de Periodismo de la Universidad de Hardvard. «Combinaremos el aprendizaje de las máquinas, el análisis predictivo y el análisis anticipatorio para optimizar el valor de intercambio de cada lector, en cada dispositivo, en función de la plataforma de la que proceda, cada artículo concreto, en ese momento exacto del tiempo», vaticinó.

No se asusten. Es el paso previo a lo que ya pronosticó Steven Spielberg en Minority Report. Escaparates de tiendas que, tras identificarnos mediante reconocimiento facial (una técnología que ya existe), nos mostrarán los productos adecuados a nuestros intereses o necesidades. Sólo tenemos que perfeccionar el modelo sin traicionar el libre albedrío.