Antón, un marinero de la costa norte coruñesa, es militante del PSOE desde 1974, dice. Los cálculos no me salen, por su edad, sólo roza la sesentena, y por las desconocidas agrupaciones socialistas clandestinas durante el final de la dictadura en la costa coruñesa. Como él insiste, «si eu che o digo, alguna habería». Cada encuentro con Antón empieza así, salvo este enero. «Mira lo que dice aquí el Madina este, está tolo, que es mejor una sola candidatura para las primarias, y entón, ¿para qué carallo vamos facelas?» Eso mismo digo yo, para qué montar todo el aparataje de la supuesta máxima democracia en los partidos si solo hay una persona a la que votar. «Iso é o que a califa quere». Tardo en entender lo que me dice Antón pero sí, ahora recuerdo: las primarias andaluzas por las cuales salió elegida Susana Díaz por aclamación y sin oponentes. Los pobres, no consiguieron los avales y no pudieron presentarse, cosas de la democracia interna, casta, pura y sagrada, la mejor, según dicen los que la defienden. Antón no desfallece y me insiste en que debo hacer algo «¿Yo? Si ya no conozco a casi nadie». «No es verdad, tienes una amiga en la gestora, la canaria esa, y algún diputado, alguna rapaza nova de isas, tamén». Es cierto, todavía me queda algún conocimiento socialista a nivel federal, como diría un cursi. «Pos diles que veñan aquí, a miña agrupación, y que nos escoiten, que xa esta ben». Que nos escuchen, quizás tiene razón: la gestora esa que preside el asturiano impertérrito, del cual no se sabe si su prudencia es fruto de la sabiduría, de la timidez o de la ignorancia, ¿ha escuchado a alguien como Antón, con casi cuarenta y tres años de militancia? O al hijo de Antón, que después de una pasada por Podemos, ha decidido volver a la otrora casa común de la izquierda. «Petit sabía que iba a pasar todo esto». Petit era Enrique Curiel, mote para la clandestinidad comunista heredado de su padre, profesor de francés castigado en La Coruña. «Petit no te pudo decir nada, porque era de Vigo y solo iba por Vigo». «No es verdad, cando aquelo de Nova Esquerda y la fusión con o PSOE, viño a facer campaña, y xa falaba da desintegración, y de la pérdida de las ciudades, y outras cousas mais». Si lo dice Antón, será verdad. Extraño homenaje póstumo, en cualquier caso, a Enrique Curiel y tantos otros, olvidados y postergados. «Veña, corre a Madrid y fala claro». Voúme.