Se habla -y se habla mucho- de la política de la posverdad. Se comenta que la política contemporánea deja de lado no solo la verdad, sino todos los relatos que aspiran a captarla. La sociedad de clases y la posición en ella de cada cual, por supuesto, pero también la política exterior, los principios y valores de documentos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la teoría macroeconómica? Todo ello cede su lugar en el debate a un compendio de técnicas y estrategias basadas en la psicología social, las percepciones y la comunicación de la actualidad.

El gran Constantino Bértolo (probablemente el mejor editor que han tenido nunca nuestras letras) decía que la muerte de la literatura se producía cuando los puestos directivos de las editoriales se ponían en las manos de los comerciales. Un proceso éste que podríamos llamar de la postliteratura, que me viene a la cabeza mucho últimamente, la verdad. Anyway. Aquí estamos, en la era de la posverdad. Todo eso de la política está pasao, ahora lo suyo es la politotecnia, bro. El marketing. El naming. El product placement. El branding. Y cómo no, el timing. Dig it, dude? Oh, el timing. Qué importante, el jodío timing. Que le pregunten si no a jefazas de la pospolítica, como Susana Díaz, si es o no importante, el timing.

La respuesta es yeah. Pero, ¿qué es el timing? Ok, voy a explicarlo para las masas. Un ejemplo, ahí tienes tú, no sé, al alcalde de San Javier. Se va a subir el sueldo, un 40%, nada menos. Y lo hace justo después de una catástrofe meteorológica que ha provocado graves daños en su municipio, entre serias críticas a toda la orientación urbanística del Mar Menor. ¿Mal timing? Bueno, si consideramos que solo unos días después del autoaumento apareció PAS para anunciar el cierre del aeropuerto ribereño, pues no: bien jugado, José Miguel. Gran timing. No, del verbo 'timar' no, JAJAJAJAJ.

Y es que no falla. Hay una relación directamente proporcional entre el uso del timing que hace un político y tratar a su electorado como pescado. ¿Cómo? Sí. Pescado. Chirretes que se habrán olvidado de la canallada cuando llegue el momento de votar. Besugos que ni van a enterarse porque no leen noticias. Merluzos que no saben ni dónde tienen la cartera. Si tuerce uno con maña las manecillas del reloj, ahí tiene unos anzuelos. Feliz timing nuevo, gente bonica.