No sé quién enseñó a quién las artes totalitarias de la propaganda: si el F C Barcelona al separatismo, o el separatismo al FC Barcelona. Pero ambos, institución y movimiento, que son, al final, lo mismo, han dado muestras en los últimos años de un manejo ejemplar del agit-prop y, sobre todo, de ese lema que Goebbels dejó como herencia universal de que una mentira mil veces repetida acaba siendo verdad. Desde hace ya casi quince años hemos sido machacados una y otra vez, desde lo que se llaman las ´terminales mediáticas´ del culé-catalanismo, con las siguientes falsedades y verdades a medias (que son peores): el Barça es el mejor equipo de la Historia; el Barça hace el mejor fútbol de la Historia; el Barça es un equipo que se nutre sólo de los jugadores que produce su cantera, la Masía, la mayor factoría de jugadores con un estilo único del mundo; al Barça no le importan los resultados, sino el juego, el estilo, el dominio de la ´pilota´; el Barça no hace faltas ni finge caídas ni simula haber recibido agresiones ficticias; al Barça no le favorecen los árbitros, ¿Ovrebo?, ¿quién es Ovrebo?; Villar no es del Barça, sólo es antimadridista, ¿qué más quieres que te dé, Sandro?; en el Barça no hay delincuentes fiscales y Neymar costó 19 millones de euros; Xavi es un chico incapaz de descalificar a sus adversarios y siempre habla con la mejor intención; Guardiola inventó el fútbol y es un hombre sin dobleces, transparente, ni hipócrita ni soberbio; Luis Enrique es un gran entrenador y una persona afable y equilibrada; todas las Copas de Europa que no hemos ganado nosotros son en blanco y negro, franquistas y no se cuentan, aunque sí se cuentan las cinco copas del Generalísimo, siempre vitoreado en el Camp Nou, que ganó el Barcelona de Kubala; y la mayor de todas: Messi es el mejor jugador de todos los tiempos.

Bien es verdad que los tiempos, los imperios y las naciones, para el catalanismo, son los que ellos deciden.

Ha sido, precisamente, el amable Luis Enrique quien, de manera completamente objetiva y neutral, ha establecido la última verdad revelada: todos los Balones de Oro que no hayan sido otorgados a Messi, son melones. Melones de oro, pero melones. A lo que se ha unido, para rematar, el dogma de fe a que me refería antes: el Messi imperator.

¿Cómo sostener otra cosa frente a las baterías de un periodismo español que, en general, es descaradamente barcelonista o, al menos, enemigo de su principal adversario, el Madrid, el que le supera en todo, el que es por ello objeto del resentimiento acumulado durante décadas de inferioridad y frustración, y que encima no sólo es un club español, sino de ´Madrit´, la odiada, la opresora?

Todas las falacias anteriores, fácilmente desmontables una a una, en ciertos casos porque son sólo opiniones de parte, y en otros porque los hechos las aplastan, han terminado por ser aceptadas como creencias de una nueva religión que se ha impuesto en España en paralelo a la de que son una nación, que alguna vez hubo una confederación catalano-aragonesa o que España les roba. Y con el mismo fundamento.

Pero es la última la que más hilaridad me produce, acaso porque uno alcanzó a ver el final de Di Stéfano, las selecciones brasileñas de 1970 y 1982, con Pelé, Gerson o Sócrates, el Ajax de Cruyff y Rinus Michels, el Milán de Sacchi y Van Basten, el Madrid de la Quinta del Buitre, a Zidane, Ronaldo o Maradona, que fue capaz de sobrevivir al fútbol italiano de los ochenta, ganar la Liga, un Mundial y ser finalista de otro, salir vivo de su encuentro con Goicoechea y haber sido la mejor zurda que hemos visto sobre un campo nunca. Ya quisiera Messi, por lo demás un jugador extraordinario, pero en un equipo donde también estaba Iniesta, al que él le robó, sí, uno de esos cinco Balones de Oro que tiene. Messi ni siquiera es el mejor de hoy, salvo en años alternos.

Y lo que nunca ha hecho Messi, ni ya hará, es lo que sí hicieron el verdadero mayor jugador de la historia y su principal continuador: Alfredo Di Stéfano y Johan Cruyff: cambiar el concepto mismo del fútbol, la idea de lo que era un futbolista. Don Alfredo rompió con las posiciones estáticas e inauguró el fútbol moderno, su esencia: el futbolista total, que defendía, creaba y remataba, todo en uno. Y aquel Madrid, aquel sí, sigue siendo el mejor equipo de la Historia. Y Johan Cruyff siguió su estela, encabezó un equipo, dirigido magistralmente por Marinus Michels, donde todos lo hacían todo, con enorme técnica y posesión de la pelota. Joel, esto me suena. ¿Pues no va a ser que el inventor del fútbol, Josep Guardiola, no hizo otra cosa que copiar de Holanda y Cruyff, y de Luis Aragonés, lo que vendió como invento propio?

Y así todo, así se imponen, así crean ficciones interesadas, así construyen sus privilegios y se ganan el favor de quienes no los conocen.