Critican Mayo del 68 porque a los pocos meses volvió a ganar con mayoría absoluta la derecha de De Gaulle. Sin embargo, ese estallido revolucionario, cívico, que buscaba un cambio de las políticas sociales, cambió Francia y tuvo influencia en toda Europa. Las transformaciones políticas importantes no siempre se manifiestan en procesos electorales concretos, sino más bien en cambios profundos en la forma de entender las relaciones políticas y la misma democracia.

Algo parecido pasó en nuestro país con el 15M. Una semana después el Partido Popular volvió a ganar las elecciones municipales en la mayoría de territorios, y hoy en día siguen gobernando las políticas liberales. Un partido imputado por corrupción en los Gobiernos central, regional y municipal. Pero a pesar de todo, las cosas han cambiado.

Izquierda Unida-Verdes del municipio de Murcia era una organización modestamente fuerte antes del 15M. Fuimos de los pocos que avisamos que esta crisis-estafa se venía fraguando, mientras otros partidos fomentaban la burbuja especulativa y financiera. Eran tiempos de despilfarro donde avisar de los datos que anunciaban la crisis era impopular. Durante la crisis participamos y formamos parte de cada movilización, de cada respuesta social a las políticas de recortes. Fuimos capaces de presentar campañas que dinamizaron las Juntas Municipales tan abandonadas por el PP. Especialmente importante fue la campaña Cámara Dimisión, donde se hacía enmienda a la totalidad al modelo social, político e institucional que el Partido Popular había llevado en Murcia. Un modelo de ciudad casino.

El 15M y las movilizaciones posteriores, como las marchas de la dignidad, mareas diversas, etc., empoderaron a amplios sectores sociales, en su mayoría jóvenes. Estos nuevos activistas dinamizaron y crearon nuevos espacios sociales. Izquierda Unida pasó de ser una organización de resistencia, cohesionada y preparada para la batalla ideológica a tener que adaptarse a otra manera de hacer política, a movimientos sociales que tenían claro que había que cambiar el sistema pero todavía no sabían cómo. Eran lenguajes distintos, significantes distintos. Conceptos dinamizadores como el de las primarias, asambleas abiertas, activismo virtual, etc.

Izquierda Unida podría haber sido el espacio donde todas esas mareas de indignados recalaran, ampliando sus objetivos y convirtiéndose en coparticipe de una dinámica nueva y plural, pero los ritmos políticos no siempre se adaptan a los ritmos de las organizaciones. Aún creciendo no conseguimos ser el referente único, o quizá este nuevo momento político no permitía un referente único. La política actual no acepta partidos cohesionados sino formas de participación en red, compromisos personales más que colectivos.

Pasado ese momento, Izquierda Unida tuvo en las elecciones municipales posteriores que tomar una decisión fundamental que supuso cierta fractura y unas discrepancias políticas que todavía continúan: o bien seguíamos con la estrategia de siempre, cuando las perspectivas electorales eran malas, o nos lanzábamos a participar en los nuevos espacios políticos, las llamadas candidaturas de Unidad Popular donde aceptábamos participar en condiciones a veces difíciles y con actores a veces reacios a nuestra tradición política.

Hubo diferentes respuestas pero gracias a la valentía de muchos compañeros y compañeras hoy existen gobiernos del cambio en Madrid, Barcelona, Alicante o Zaragoza. En Murcia tomamos el camino de participar en Cambiemos Murcia y conseguimos, junto con compañeros de Podemos, Equo y muchos activistas independientes, un buen resultado electoral, aunque no suficiente para cambiar de gobierno, pero sobre todo, conseguimos demostrar y demostrarnos que las cosas se podían hacer de otra manera.

La Asamblea Federal de Izquierda Unida cerró el debate, apostando por el proyecto liderado por Alberto Garzón y por la construcción de un Bloque Social y Político alternativo. Esto significa dejar atrás a la Izquierda Unida partido para convertirnos en algo diferente, un movimiento político social. El camino es claro, construir un nuevo espacio político donde participen otros actores políticos, pero sobre todo ciudadanos y ciudadanas indignadas, y hacerlo desde abajo, con respeto a las identidades y sin disolver ninguno de los integrantes. Unidad desde la diversidad.

La militancia de Izquierda Unida tiene en este proceso un importante papel así como nuestra presencia en la movilización y en la organización del conflicto. En esta Región y en este municipio tenemos muchos frentes donde unir esfuerzos. La lucha por el soterramiento de las vías, la lucha por el derecho a la vivienda y contra los desahucios con la PAH, la lucha contra la pobreza energética, la lucha contra las violencias machistas, la precariedad laboral€

En definitiva, en las movilizaciones y en las asambleas es donde nos encontramos, y en estos espacios es donde debe estar la izquierda necesaria para el cambio.