A sabiendas de que es perder el tiempo, Puigdemont relanzó el viernes su propuesta de referéndum acordado con el Estado. Cabe pensar que lo hizo porque es la opción que él prefiere, como un último intento de negociación antes de asumir las tesis unilaterales de la CUP. Pero, aunque así sea, ¿por qué lo hace si sabe que es perder el tiempo y además la CUP, de quien depende para sostenerse y sostener todo el tinglado soberanista, puede enfadarse? Parece que por una única razón: para atraerse a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y convencerla de que, como Rajoy no quiere autorizar la votación, al final habrá que poner las urnas sí o sí. De esa manera (ítem más) Puigdemont conseguiría que la regidora se pronunciase por fin sin ambigüedades sobre el procés.

A lo mejor Colau no se ha dado cuenta de a dónde quiere llevarla el president, pero, por si acaso, ese mismo viernes se permitió recordarle que la consulta acordada que ella y los ´comunes´ defienden no tiene por qué ser en septiembre de 2017 y que, en cualquier caso, no se subirá en marcha al carro referendario para repetir el 9N.