Ante la proximidad de la llegada de Papá Noel y de los Reyes Magos, los niños de todo el mundo se disponen a pedir sus regalos para estas fechas. Y no solo los niños; muchos adultos también se disponen a hacer sus listas para regalar y ser regalados. Incluso los partidos políticos se ponen manos a la obra. Por ejemplo, desde el PSOE han pedido como regalo para Papá Noel (se entiende que Papá Noel es más republicano que los Reyes Magos) un nuevo líder, un nuevo mesías que los conduzca por el camino correcto. Y como

Papá Noel es un viejo picarón y cabroncete (en el buen sentido de la palabra), les ha enviado ni más ni menos que a Zapatero. Tócate las pantuflas. De igual manera podía haber enviado a Espinete o al pato Lucas, pero finalmente se decidió por enviar a Zapatero. Se entiende que al buen hombre se le han acabado las gafas de Afflelou para que los dirigentes del PSOE puedan abrir bien los ojos y encontrar el camino perdido por sí solos. En fin, que esto es exactamente lo que podría llamarse un saco de carbón en toda regla.

Sinceramente, creo que si Zapatero es ahora mismo la mejor baza que tiene el PSOE para enfrentar y solucionar su crisis, lo mejor es que el Partido Socialista cierre sus tiendas, venda todos sus muebles, ponga su ideología a saldo y abra un nuevo partido en cualquier rincón perdido del planeta. Supongo que la torpeza es infinita, pero da la sensación de que en Ferraz la han comprado toda. Si los miembros del Partido Socialista eligen como líder precisamente al político que los hundió, entonces es que no entienden nada ni de sociología ni, lo que es más grave, de política.

Desde la entrada de Zapatero como máximo dirigente del Partido Socialista, fuimos algunos (no muchos) los que ya advertimos una cierta decadencia del PSOE, como vaticiné hace ya más de diez años en este mismo diario. El mensaje de Zapatero es un mensaje feliz, un mensaje pueril, un mensaje bonito, bello, tierno, digno de colocar sobre un fondo lleno de flores para invadir las redes sociales, pero absolutamente vacío. Su mensaje lo podría emitir yo, o cualquiera, y conseguiríamos el aplauso de miles y miles de personas sencillas (y también simplistas), pero es un mensaje y un discurso que no sirve para gobernar un país. Seguramente, ni siquiera para gobernar una guardería. No creo que Zapatero sea un mal tipo, todo lo contrario, pero hay muchos buenos tipos que, por su falta de criterio, de visión y de arrojo, hacen muchísimo daño. Y este es el caso.

Da pena ver a este Partido Socialista, un partido que fue crucial en la época de los 70, 80 y 90. Un partido que siempre se ha caracterizado por su debate ideológico. Ahora, en cambio, es un simple panfleto, una frase mal escrita en un muro de Facebook. De seguir así, su desaparición ideológica está más que sentenciada. Si no fuera por los problemas internos de Podemos, el partido ya estaría en las últimas. Y es que ahora el PSOE debe enfrentarse a una pérdida de votantes de toda la vida y a unos nuevos votantes cuya fidelidad depende de muchos factores. Por eso, no queda más que la regeneración. Pero los cargos importantes del PSOE son tan amiguitos del sillón, son tan del tipo Antonio Hernando, que a ver quién es el majo que comienza la revolución de las rosas y los capullos.