¿Murcia ciudad sostenible?

El ruido estridente del tráfico en estos días de lluvia bendita que el cielo por fin nos regala, me retrotrajo de golpe a los años ochenta cuando era responsable del Departamento de Sanidad Ambiental de Murcia.

Hace apenas un año, se presentó por parte de la conocida periodista Pity Alarcón mi libro Píldoras y posdatas en la librería Diego Marín, en Murcia, del que este periódico se hizo eco, y que entre otros asuntos, recoge mi preocupación por el Medio Ambiente en general; y como entre los asistentes estaban varios políticos que se iban a presentar a las elecciones municipales para las alcaldías de Murcia y de Torrevieja, donde veraneo, les pedí encarecidamente que tomasen interés en reducir este tipo de contaminación, que tanto afecta a nuestra calidad de vida y sobre todo a nuestra salud.

El casi 75% de esta contaminación en ambas ciudades se debe al ruido que producen los vehículos a motor, y en ocasiones, a zonas de concentración de ruidos, como 'movidas juveniles', ferias, y en otros casos, espectáculos musicales o populares.

He sido testigo desde finales de los años 70, cuando en la entonces jefatura provincial de Sanidad se creó el departamento de Sanidad Ambiental, del aumento progresivo de esta molesta contaminación que tantos problemas y malestar causa, ya que para que el lector se haga una idea, por encima de 65 decibelios (dB) (aunque la OMS. estimó 50 dB al principio) el sonido es desagradable y perjudicial para el oído; y para que se hagan una idea, por encima de 135 dB puede ocasionar la perforación del tímpano. Observo además como farmacéutico esta realidad del incremento del ruido y sus consecuencias, cada día más: en los trastornos nerviosos y digestivos, ya que altera el peristaltismo intestinal de las personas expuestas a altos niveles de este tipo de contaminación, así como la sordera progresiva (por el envejecimiento que se produce del oído 'a diario' ) y sus efectos cardiovasculares como el aumento de la presión arterial, neurovegetativos, y en muchos casos de comportamiento. ¡Y no le estamos prestando atención! A pesar de que la salud, a la que todos tenemos derecho según afirma nuestra Constitución, es además el bien más preciado del ser humano.

Y es curioso observar, por ejemplo, el abuso que se hace de las sirenas de las ambulancias, puesto que utilizan ese sonido estridente para abrirse paso muchas veces innecesariamente; y, además, si de lo que se trata es de una urgencia ¿es que no llevan los medicamentos, los materiales y el personal adecuado para trasladar al enfermo al hospital correspondiente o más próximo? ¿Es tan complicado llevar varios niveles de sonido para utilizarlos según los casos y no contaminar más el medio ambiente, martirizando sobre todo a los sufridos peatones que preferimos no utilizar el coche y nos desplazamos a nuestros trabajos a pie? Los bomberos llevan dos niveles, además de las luces ¿no podrían ampliarlo a cuatro, por ejemplo?

Y si lo anterior sorprende un tanto, mayor es mi sorpresa cuando el propio Ayuntamiento utiliza para la limpieza de la ciudad coches extremadamente ruidosos y máquinas de zumbidos agresivos como todo el mundo sabe, escucha y padece. La clave está en los fabricantes de esos vehículos, más que en los usuarios, porque por el ruido que emiten no deberían autorizarse por parte de las autoridades competentes, ya que superan con mucho los límites establecidos, si no es 'encapsulándolos' para evitar enviar al aire esos sonidos nocivos cuyas ondas se transmiten, además, a más velocidad con el aumento de la temperatura ambiente (y en Murcia se oyen 'más'). ¿La peste de los seres humanos es no evitar (pudiendo hacerlo) estos excesos tan perjudiciales para todos los habitantes?

Utilizar otro tipo de máquinas para la limpieza, insonorizar las existentes, utilizar menos y mejor las sirenas, con varios niveles de intensidad, y colocar, por último, medidores de la intensidad acústica en farmacias, por ejemplo, y zonas altas de nuestras ciudades para que nadie tenga dudas de lo que escuchamos, son medidas que propongo para mejorar nuestra calidad de vida y proteger nuestra salud.

Espero que estos apunten lleguen al oído de esos dos alcaldes responsables, para se diga de ellos que «pudieron, quisieron, y lo hicieron».