La autopista Cartagena-Vera, que acaba de ser rescatada por el Estado después de una década de números rojos, fue un regalo del exministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos, que se ocupó de adjudicar la obra un mes antes de las elecciones de 2004 en las que ganó Rodríguez Zapatero. En Murcia nadie había pedido la autopista que, además de ser de pago, pasa muy cerca de la autovía A-7. El Gobierno regional, que en aquel momento proyectaba convertir el parque natural de Marina de Cope en la versión murciana de Marina D´0r, se conformaba con desdoblar la carretera nacional entre Cartagena y Águilas, pero nadie planteó nunca la necesidad de hacer una obra que costó 600 millones de euros. De haber existido todavía la peseta, se habría visto claramente que el proyecto era descabellado, porque el equivalente en la antigua moneda eran 100.000 millones de pesetas de las de antes de la crisis. Sin embargo, el propio Álvarez-Cascos se había negado un año antes a desdoblar la línea ferroviaria de Cartagena a Chinchilla, tras el accidente que causó 19 muertos al chocar de frente un Talgo y un mercancías. Si esos 100.000 millones se hubieran gastado en la línea ferroviaria, ahora tendríamos una conexión directa con Madrid, en lugar de una autopista por la que no pasa nadie y un proyecto de AVE por Cuenca. Sin embargo, el exministro no es el único culpable.