La tensión entre los dos grandes generales de Podemos es evidente, y mucho más entre 'sus partidarios', aunque lo quieran negar unos y otros. Ambos líderes, Errejón e Iglesias, han hecho públicas, bastante veces ya, sus diferencias no solo ideológicas y estratégicas sino también organizativas. ¿Eso se llama debate intelectual? Sí, pero en el fondo es 'guerra de guerrillas' para llegar a Vistalegre 2 con ventaja.

Para desgastar a los errejonistas, los más acérrimos del pablismo destacan a Errejón como el aliado de los sociatas, por eso de la socialdemocracia y el populismo light, dietético y dócil, que defiende él. Y que está alejado del Podemos (por el que aboga Iglesias), de la ruptura con el Régimen del 78, ese Podemos que debe «morder y meter miedo».

Al mismo tiempo, el líder podemita lanza dardos envenenados contra Errejón y su entorno, y luego dice que 'nanay de la china', que sólo son simples artículos, reflexiones intelectuales, y no debe dar lugar a una lucha de trincheras. Que, según el líder de Podemos, eso es lo que hacen los seguidores de Errejón. O sea, que ya admite que hay dos almas o tres o cuatro o cinco en Unidos Podemos (los pablistas, los errejonistas, los anticapitalistas (IA), Equo e IU. Nada menos que cinco; más las mareas y otras confluencias.

Lo que pasa es que unas son almas espirituales, con discursos muy teóricos que apenas manejan balas de fogueo, y otras son más pragmáticas y activistas, utilizando fuego real, de cara a Vistalegre 2.

Es más, Pablo Iglesias ha hecho valer su poder de secretario general, reafirmado su condición de líder de Podemos estos últimos días. Nadie se lo había pedido ni nadie estaba cuestionando su liderazgo, pero saca pecho y dice que cuenta con el apoyo de todos, incluso con aquellos que piensan distinto que él en el devenir de Unidos Podemos. Critica a los partidarios errejonistas porque convierten sus pensamientos, sus reflexiones, en los media y en redes, en etiquetas y en banderas. Y les echa en cara que hagan campañas internas y en redes sociales, de carácter propagandístico contra él.

Es importante y deseable esta contienda interna en la hoja de ruta de Podemos. Pero este debate intelectual debe resolverse y concluirlo con una definición de lo que entiende Podemos por su modelo de Estado, redefiniendo ya su relación en el ámbito institucional, sus relaciones con colectivos sociales y con sus aliados electorales. En definitiva, qué quiere ser Podemos de 'mayor'. Pero, eso sí, debe terminar este intelectual debate de ideas con el ejercicio del liderazgo, con una composición de los órganos de dirección. Y eso ya sabemos dónde nos lleva. E inexorablemente, aparte de bromas, twits, hastags, frivolidades, ironías y excentricidades, estas batallitas internas se están dando. Discutir, tener ideas distintas (no antagónicas o incompatibles), está muy bien y enriquece al partido. Pero algunos, o muchos, van a ganar y otros perderán en el próximo Vistalegre 2. Habrá lucha por el liderazgo de Podemos, sea o no traumático. Y eso se reflejará en el partido y en los militantes y votantes. La bromas entre ellos están bien para aligerar las tensiones entre sus partidarios. Pero queda el poso de que representan muy distintas concepciones sobre el futuro de Podemos.

Al hilo de estas controversias de ideas (no guerra, de momento) destacan las palabras de Jorge Moruno, responsable de discurso y argumentario en Podemos, y con mucho tirón entre los jóvenes universitarios izquierdistas: «Hay que restar poder al secretario general de Podemos y ensayar portavocías corales»... «Hay que ir ensayando portavocías corales, presencia femenina y feminización de la organización». Moruno desglosa las líneas maestras del proyecto errejonista, el del denominado 'Podemos ganador', frente a las tesis pablistas que supondrían un 'repliegue' derrotista, en identidades de izquierdas fracasadas.

Pablo Iglesias quiere reconvertir Podemos en un partido obrero y no de clase media. La propuesta del actual líder de la formación morada para 'obrerizar' el partido y resucitarlo como una organización de clase choca directamente con la concepción transversal que defiende Íñigo Errejón.

Con estas reflexiones (o misiles de gran calibre), Pablo Iglesias se aleja aún más de Errejón, reivindicando un estilo duro y 'políticamente incorrecto'. Iglesias, y los suyos, anhelan redefinir Podemos como una organización centrada esencialmente en ser el altavoz de las clases obrera y popular, y dejando en un segundísimo plano la apelación a las clases medias. Un volantazo ideológico que no sólo supone emprender el camino hacia una organización distinta y netamente izquierdista, sino que implica una ruptura con el proyecto de Iñigo Errejón. El número dos de los podemitas reivindica una formación de mayoría popular, 'transversal' en lo social y en lo político, que incluye, por supuesto, a la izquierda tradicional, pero va más allá, no cometiendo sus viejos y graves errores del pasado.

Pero, ahora, para complicar (o enriquecer) este debate-guerra, de cara a Vistalegre 2, se erigen IA ('los anticapi') y otros (IU, Equo) queriendo hacer oír también sus voces, sus ruidos y sus exigencias en la hoja de ruta de Podemos (Unidos Podemos) ¿No será que unos y otros se necesitan porque solitos no harían nada, o serían insuficientes, marginales, no superando ni los cuatro millones de votantes? Si en Vistalegre 2 votasen también simpatizantes y votantes podemitas (o podemistas), otro gallo cantaría.