Se descubrió sonriendo al mirar por el retrovisor antes de adelantar a la hormigonera, tarareando el crescendo de Where the streets have no name, mientras recordaba un abrazo colectivo en aquel mítico concierto en Montjuic con su amigo Joan Sans en septiembre de 1997. El viejo coche coreano utilitario apenas alcanzaba los 130 kilómetros por hora, pero seguía deslizándose suavemente por la autovía, sobre todo si no hacía viento, como aquel día. Antes de que Bono empezara a cantar, y al tercer toque de la mano derecha contra el volante, el coche giró hacia la izquierda inesperadamente, como si se hubiera metido en un charco de aceite. Perdió el control durante unos segundos, apagó la radio de un manotazo, y miró por el retrovisor de nuevo buscando al camión, que quedaba lejos. Fue justo el tiempo que necesitó para darse cuenta de que había sufrido un reventón en la rueda trasera izquierda. Enseguida escuchó la goma rodar, quemándose contra el asfalto, y pudo dirigir el coche hacia el arcén, frenando con suavidad. El camión recién adelantado quedaba lo suficientemente lejos, aunque se acercaba rápido por detrás.

Redujo orillándose a la derecha, hasta meterse en el arcén, justo cuando el camión pasaba adelantándole con las luces de emergencia. Una vez parado, permaneció dentro del coche unos segundos, hasta que se repuso de la tensión. Apretando el volante, mientras los coches pasaban a toda velocidad por su lado, volvió a mirarse en el espejo retrovisor. Sonrió aliviado. Era la primera vez que pinchaba una rueda. No tenía demasiada prisa así que decidió darse un respiro. Volvió a enchufar la música, bajó las ventanillas y subió el volumen al máximo. Where the streets have no name sonó a todo volumen desde el principio. Con los ojos cerrados, golpeando el volante para seguir el ritmo, cantó la canción como si fuera la última vez que iba a escucharla.

Su mente voló a Montjuic, cuando terminó abrazado a sus amigos levantando los brazos al cielo tocando la felicidad con la punta de los dedos, a sólo unos metros de Bono tras una interpretación magistral de Where the streets... Recordó las tardes de estudiante, cuando alguien ponía música a todo trapo y todos salían de las habitaciones como si fueran madrigueras de estudio para estirar las piernas, y los títulos de las canciones de Achtung Baby escritos con boli Bic en las mesas del instituto. A woman needs a man like a fish needs a bicycle€ Qué tiempos... Terminó la canción y volvieron a escucharse los coches pasar a toda velocidad, que le devolvieron al mundo. Apagó. Comprobó el freno de mano, y antes de salir a buscar el gato y la rueda de repuesto, se volvió a mirar en el espejo retrovisor, y volvió a sonreír. Vale