Imaginen un altavoz en la mesa del salón al que le pueden preguntar a qué hora comienza el partido o pedirle que reproduzca esa canción que llevan tarareando todo el día. Así funcionan Amazon Echo y Google Home, los primeros asistentes virtuales que salen del móvil y el ordenador (ni Siri ni Cortana lo han hecho aún) para formar parte de la decoración de nuestro hogar. Con ellos, la casa conectada está un paso más cerca.

Alexa es el nombre de la voz femenina que habita dentro de Amazon Echo, un esbelto altavoz de color negro. Por su parte, Google dio a luz el mes pasado a su asistente para el hogar, de aspecto rechoncho y sofisticado, voz de mujer y color blanco. Ambos suponen la materialización de la inteligencia artificial y son capaces de mantener una conversación natural y ejecutar órdenes. Los robots parlantes de Amazon y Google abren el camino de un mercado por explotar. La comparativa es inevitable. Amazon Echo fue el primero en salir al mercado y por el momento dispone de más aliados para desarrollar sus funciones que el recién llegado Google Home. De esta manera, Alexa es capaz de pedir un taxi o una pizza a través de convenios con empresas como Uber o Domino´s Pizza. Desde su lanzamiento en 2014, Amazon ha vendido más de cinco millones de estos dispositivos según la consultora Consumer Intelligence Research Partners.

Por su parte, el asistente doméstico de Google salió a la venta el mes pasado en Estados Unidos y, aunque todavía está en pañales, promete. El dispositivo en sí mismo, sin conectarlo a otros aparatos de la casa compatibles (como Chromecast para la televisión), se queda en un juego de preguntas y respuestas con reproductor de música. Sin embargo, la intención es que Google Home termine por controlar nuestro hogar: regular el termostato, subir persianas, encender y apagar luces o abrir el portero electrónico. Algo muy similar a lo que propone Apple a través de su aplicación Home.

Amazon Echo y Google Home, a pesar de ser rivales, tienen muchos puntos en común. Ambos dispositivos hablan el mismo idioma: inglés. Su precio también es similar (entre 46 y 168 euros el altavoz de Amazon y 120 euros el de Google). Muy a su pesar, los dos asistentes para el hogar también comparten estigma: la privacidad. Escuchan todas las conversaciones a la espera de recibir una orden, conocen nuestra localización y guardan mucha información de toda la familia. Esto les convierte en espías dentro de casa.

Toca trabajar duro para ganarse la confianza de los usuarios. Aunque Amazon ya prepara nueva versión de su altavoz, sus esfuerzos no parecen estar enfocados en la privacidad y sí en otro escollo de estos aparatos: la ausencia de pantallas para dar soporte a la publicidad. La nueva versión de Alexa podría disponer de una pantalla táctil de siete pulgadas para capitalizar el éxito de sus dispositivos. Sin embargo, habrá que esperar al año que viene para conocer el nuevo aspecto del asistente de Amazon.

Mientras, toca digerir la idea de que el 2017 podría ser el año de la inteligencia artificial en el hogar.