El brillo (es un decir) mediático de la petición de imputación del presidente Pedro Antonio Sánchez por parte de la jueza de Auditorio ha eclipsado otra batería de noticias recientes que seguramente también merecerían darles un pensao: una nueva subida del paro regional, por ejemplo, o el triste resultado del sistema educativo murciano en el informe PISA, o el subcampeonato nacional en número de desahucios, o (por ir acabando) el tercer peor dato de déficit del conjunto del país. Permitidme desbarrar por un instante, ya sabéis que estoy mú loco (pero pa qué me invitáis si sabéis cómo me pongo): voy a ver una relación entre esas cosas. Sí. Id llamando al Ministerio de la Verdad si queréis: veo que los cuatro ilícitos penales de que la jueza acusa a PAS (y también, ya que estamos, el hecho de que si buscas ´púnica´ en Google su nombre aparece más que los de Asdrúbal, Aníbal y Escipión juntos) están relacionados con la postración socioeconómica de la Región. Como el minuendo y el (perdón) sustraendo en esa conocida operación matemática. Sí, la resta.

Es cierto, como apunta Montiel, que la sucesión de Valcárcel se planeó en tiempos más amables para el PP regional, en esos plácidos años de mayoría absoluta pre-Gürtel en que la corrupción ladrillera era un ruidico de fondo que se solucionaba aludiendo a los cursos de formación de la Junta, pasando el rodillo y, si acaso, entregando la cabeza de algún alcalde mindundi de, pongamos, Totana. Elegir en ese momento a PAS, aun con su mochila legal a rastras (se dice que ya por entonces tenía tarjeta de puntos en algún bufete penalista), no parecía la majadería de finales de 2016, perdido el ordeno-y-mando absoluto en la Asamblea y el Congreso y con el foco mediático encima. Pero en esa ecuación (y perdonadme la palabrería matemática pero hoy han dado los resultados de PISA y, gente, eso hay que mejorarlo como sea) falta un factor por despejar. Tal vez el fundamental: que la línea política a desarrollar por el delfín estaba ya detallada en la oferta de empleo. Con cuatro palabras. Sostenella y no enmendalla.

Y pardiez que se ha aplicado, nuestro delfín (tal vez ya cualquier otro cetáceo) en su, es un decir, hoja de ruta. Quienes le oímos sacar pecho palomo, en el debate del estado de la Región de hace unos meses, con su medida estrella, que consistía en haber reducido en parte el impuesto sobre el patrimonio, y tal vez pusimos cara de no creernos que el presidente de una comunidad con algunos de los peores datos de desigualdad, riesgo de pobreza y exclusión social de todo el país hiciera de algo así el eje (es un decir otra vez) de su mandato, nos quedamos ya sin asombro para lo demás: su defensa cerril del pack Valcárcel completo, Corvera, desaladora, AVE, dársena de Escombreras, regadíos ribereños y ¡hasta Puerto Mayor! incluidos, incluso en los peores momentos de la catástrofe del Mar Menor.

En esa hermosura absoluta de mediados del siglo pasado llamada El barón rampante, Italo Calvino dejó escrito el destino de nuestro efímero barón regional: encalomarse a los árboles por despecho, para nunca más bajar. Llegará la tan temida citación a San Esteban, cuando no un sms que diga Pedro Antonio, sé fuerte, pero cualquier cosa le pillará, como le ha pillado la crisis y la emergencia social que vive su región, por las ramas. Defendiendo un proyecto que ni siquiera es el suyo y que ya nadie se traga. Al final de la novela, a Cósimo lo salva un globo providencial, al que se agarra para librarse de tener que echar pie a tierra después de tanto empecinamiento. No sé PAS qué agarradero verá al que pueda echarle mano. Pero la costalá puede ser de ésas que tiembla dios, sin embargo.