Siempre encuentro una banda sonora adecuada para cada acontecimiento personal. En este caso era difícil porque todos estábamos un poco nerviosos. Pensé primero en The Pretenders, pero no acababa de encajar. Quizás porque también dudábamos de nosotros mismos. Pero el sábado 12 de noviembre de 2016, el día de la cena de los maristas coruñeses, me levanté con una canción en la cabeza, sonaba todavía suave, acompañando la pertinaz lluvia coruñesa de aquel día.

Aun así, algunos pesábamos que no iba a salir bien. La canción Inmaculate fools, del grupo del mismo nombre, fue creciendo y hasta recordé parte de la letra, «Every day is a holiday/ Sink or swin/ Laughing as the ship goes down/ We shall live again/ Live again» («Todos los días son vacaciones,/ hundirse o nadar./ Riendo mientras el barco se hunde,/ viviremos otra vez,/ vivir otra vez.»). Por todos esos temas y precauciones, fuimos llegando al hotel Finisterre de La Coruña con cautela.

Treinta y tres exalumnos maristas de la promoción de 1975, la última que se graduó en el colegio de la calle Teresa Herrera, 5. Eso lo supe después. Imposible citarlos a todos, sin embargo, no puedo olvidar que Raúl, hacedor de formas mágicas en piedra y otros materiales, me ragaló una foto casi verso de una acampada que hicimos juntos con otras compañeros, en febrero de 1975. Y tampoco la organización perseverante, sincera, paciente y eficaz de Manolo, que se encargó de contratar el sitio, de elegir un menú exquisito y proponer un formato para que todos estuviéramos cómodos. Lo consiguió.

Al final, no era para tanto: tan solo habían pasado, en la mayoría de los casos, cuarenta años sin vernos. Se produjeron muchas conversaciones cruzadas, a dos, a tres, a cuatro bandas. Recuerdos, sí, difíciles reconocimientos, a veces, pero siempre aparece esa mirada del niño que fuimos que sigue estando ahí con toda la profundidad de haber pasado once años de nuestras vidas juntos, estudiando, jugando y aprendiendo a vivir. Envejeciendo al fin y al cabo. Faltaron muchos porque no pudieron, otros porque no quisieron; una docena porque están más allá de la puerta de Tannhauser. «We are enchanted/ We are inmaculate/ We are selected.» («Estamos hechizados,/ inmaculados,/ hemos sido elegidos.»).

Después leí que el fundador del grupo, Kevin Wetherill, vive en Galicia, y sigue liderando la banda con músicos de jazz gallegos. Lo pasamos muy bien.