Tendemos a pensar los espacios físicos como lugares de representación y legitimidad y desde luego que lo son. Un ministerio de Cultura desde el que se planifique y gestione ese bien inmaterial que es la cultura sería muy deseable, siempre y cuando se hiciese una buena política cultural. El caso es que en España las inversiones públicas en cultura desde 2009, año de la crisis, a 2014 pasaron de 1284 millones de euros a 716,40 millones de euros, lo que supuso una pérdida de 44,21% en cinco años. La subida del IVA cultural en 2012 del 8% al 21%, el más alto de toda Europa, y la anunciada y nunca realizada Ley de Mecenazgo, que sustituiría al dinero público del Estado, el monopolio público de la financiación, por la participación de la sociedad civil... son hechos que han arrasado la industria cultural y han contribuido a deteriorar la demanda del propio mercado que oficialmente deberían apoyar.

Y el hecho es que la cultura es un recurso muy potente para el desarrollo de las sociedades y en la actual sociedad del conocimiento, su expansión como recurso económico y como canal de difusión de los productos simbólicos es muy grande. La UNCTAD en su documento de 2013 Creative Economy Report, ya nos avisa de la aparición de un nuevo paradigma económico resultado de la unión de la economía y la cultura que trae un ADN en el que se recombinan elementos culturales, económicos, tecnológicos y sociales. La cultura en el nuevo escenario de la economía creativa, es el factor generador de riqueza y desarrollo. Por ello, aunque un ministerio de Cultura sería deseable, no lo sería desde luego desde las políticas de planificación cultural de este Gobierno. En cambio, sería urgente e importante un pacto social por la cultura, siguiendo el mismo modelo del futuro pacto por la educación, un acuerdo de todos los partidos políticos para mejorar notablemente el tratamiento político y las circunstancias sociales de la cultura en España.

Para empezar, es necesario que se restituya el valor que los medios de comunicación dan a la cultura y a las industrias cultuales, hasta ahora tratada como un artículo de lujo a consumir por una élite distinguida por su buen gusto, que se pasa el día reivindicando la bajada del IVA cultural. Está miopía mediático-política perjudica notablemente las funciones sociales de la cultura, entre otras: que la cultura es un derecho, que desarrolla las capacidades de las personas, que tiene un valor estratégico, clave en la identidad a un país, que socializa y cohesiona a la ciudadanía, las hace partícipes de la creación, producción y del disfrute de los bienes culturales de la comunidad, construye ciudadanía participativa y preocupada por los asuntos públicos, lo que mejora notablemente las democracias y tiene un gran potencial para imponer significados, construir mundos y formas de definir la realidad.

En Murcia tenemos un buen ejemplo de un gran espacio físico sobre el que desarrollar una buena planificación cultural: la Cárcel Vieja. Representa el paradigma de la situación a la que llegan las sociedades que se fracturan socialmente por falta de salud democrática, diálogo, ejercicio de ciudadanía... un espacio magnifico desde el que restituir este daño y dedicar esfuerzos a desarrollar proyectos de dinamización cultural. Un referente interesante es Matadero Centro de Creación Contemporánea en Madrid. Un antiguo matadero industrial convertido en centro cultural. 10.000 metros de espacio para la cultura. No sé cuántos metros tiene la Cárcel Vieja pero seguro que cabe una sala de teatro, de exposiciones, de cine. Cabe un espacio para la mediación, para el encuentro entre la ciudadanía y los poderes públicos. Cabe un proyecto para conciliar vida familiar y laboral que programe y planifique actividades dirigidas a los dos colectivos que soportan la conciliación y que han sido olvidados por las políticas públicas: la tercera edad y los niños.

Además caben espacios para la reunión de asociaciones y colectivos ciudadanos, para impartir talleres o para implantar un laboratorio de proyectos, un semillero de pequeñas pymes de innovación cultural. La arquitectura panóptica es un lugar ideal para organizar ferias de libros, exposiciones de productos culturales, que promocionen y reactiven el pequeño tejido empresarial?

Y por supuesto en la Cárcel Vieja caben todos los recuerdos de aquellos que, desgraciadamente, dieron sentido a este espacio.

La cultura no es sólo mercantilización, hay que recuperar su valor simbólico y participativo. Hay lugares que son más susceptibles al rédito político y que debería ser inaceptable usurpárselos a la ciudadanía. La Cárcel Vieja es este caso. Pero además en Murcia, los proyectos políticos que mercantilizan el espacio público son redundantes. Hay superávit de mesas, sillas, carpas y gastrobares en el espacio público y un gran déficit de espacios que dinamicen la esfera pública, generen vida social, produzcan interacción sobre asuntos comunes y construyan ciudadanía cultural.