Hace poco, estuve en una boda. Se casaba la hija única de un amigo y montaron un bodorrio de tres pares. He seguido esa relación desde que comenzó y sé que los padres siempre han estado mosqueados. 'Se han conocido por Internet', me dijeron, y el asunto los preocupaba. 'No entiendo yo esto de que se conozcan en una página de las de elegir pareja, pero tengo que aguantarme. Parece que les va bien', me dijo el padre, y efectivamente les ha ido bien, porque se han casado y se les ve felices.

Ayer, en la puerta de mi estudio, me encontré con un viejo alumno. Durante unos cuatro años, ha vivido cerca de mi casa con su pareja, así que lo he visto a menudo. Antes del verano, lo eché de menos porque ya no me cruzaba con él como era habitual. Pregunté y me dijeron que había roto con su novia. Él está divorciado, tiene dos hijos, a los que yo solía ver allí los fines de semana, perfectamente integrados con la pareja de su padre, pero ya, en la casa, solo vivía ella. Le pregunté al chico -bueno, tiene 45 años- cómo le iba y qué había pasado con su noviazgo con mi vecina: 'Eso ya se acabó, pero estoy muy bien. Enseguida me bajé una aplicación de Internet para buscar pareja. He tenido dos conatos de relación que no han funcionado, y ahora estoy con una chica con la que me va perfectamente. La vida sigue', me dijo.

Creo que de todos los cambios que se han producido desde mi generación a la actual el que más llama mi atención es este nuevo planteamiento del inicio de las relaciones amorosas. He leído que hay una aplicación de este tipo, de encuentros de pareja, que ha tenido desde su implantación 6.000.000 de usuarios en España. De ellos, dos millones han encontrado con quién establecer una relación estable, y quinientos mil se han casado. Todo aquello de conocer a un chico o una chica en el instituto, en la universidad, en el trabajo, en una discoteca o en el edificio donde vives sigue existiendo, pero actualmente el 25% de las relaciones entre parejas comienzan en Internet.

Para aquellos a los que no les sea familiar la cosa, esto va de la siguiente manera. Un hombre o una mujer entra en esa página, crea su perfil, es decir, pone una foto, sus datos personales: rasgos físicos, estatura, peso, aficiones, formación, profesión, etc., y, por otro lado, cómo le gustaría que fuese la pareja que desea. De hecho, esas páginas tienen un buscador en el que tú puedes elegir escribiendo: 'Chicas altas', y te saldrá la lista de las que miden más de 1.75. O, por ejemplo, 'aficionados al deporte', o 'vegetarianas', o 'religiosos', o 'ateas', y el buscador te dará la relación correspondiente de chicos o chicas que tienen en su perfil esa cualidad. Como la aplicación es también para móvil, puedes buscar pareja hasta cuando estás en el baño. Cuando has seleccionado a la persona que crees que puede ser, le pones una llamada, y, si él o ella te encuentran de su agrado, accederá a que crucéis mensajes. Una vez superada esta parte, si ambos lo deseáis, tenéis una cita.

En cuanto a ese encuentro en la primera fase hay quien busca sencillamente sexo. El tema es que ambos quieran lo mismo, y es lo que me parece más interesante de este sistema de conocer a gente nueva. En el tipo de contactos personales a través de Internet la decisión depende de que ambos deseen lo mismo, porque si uno busca un revolcón y el otro una relación estable quedará claro en esa primera cita, y decidirán continuar o no verse más. Todo esto además de las cuestiones físicas, intelectuales, exploración de gustos, etc. que se hablarán en ese primer momento, de lo que dependerá que la relación avance o se acabe el primer día.

¿Es Internet mejor que intentar ligar en una discoteca en un momento en el que ambos pueden llevar una copa de más? ¿Es mejor que aquello de '¿estudias o trabajas?', poniendo cara de cordero degollado hambriento de sexo? Sinceramente, creo que tiene sus ventajas, por la sinceridad que lleva consigo. 'Busco pareja', dicho abiertamente, para esto o para lo otro, pero con claridad total. Porque, además, hay otro dato interesante: Aquellos que engañan en su perfil fracasan en un 90% de ocasiones, o sea, que más vale no decir que tienes los ojos verdes y te gusta la música clásica, si los tienes marrones y te va el Sálvame de luxe.