El otro día acudí al cine para ver la última película de Dani Rovira, '100 metros', atraído por la buena crítica que había recibido el largometraje. Era el primer papel dramático del actor y tenía curiosidad por ver cómo se desenvolvía el malagueño. Lo que vi en la gran pantalla superó las expectativas que tenía de la película. No es una obra maestra, ni tampoco lo pretende. Sin embargo, la historia del protagonista, Ramón, enfermo de esclerosis múltiple, encierra una historia inspiradora que podemos aplicar en nuestro día a día. Existe en la fatalidad o en la tristeza una autocomplacencia que nos dificulta el salir de esa especie de pozo sin fondo en el que en ocasiones nos podemos ver en algún momento de nuestra vida. Nos decimos, asumiendo sin que nadie nos lo otorgue el papel de víctima, que no podemos hacer nada. Estamos tristes y no es nuestra culpa pensamos. A Ramón le dijeron que no podría caminar dentro de un año 100 metros. Él, alentado por su suegro, decide apuntarse a un Iron Man, una de las pruebas físicas más duras que existen. Ramón tuvo que darle a su vida un giro de 180 grados. Y se adaptó. No dejen de ver '100 metros'. Saldrán de la sala con otra mentalidad.