No tengo yo al presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, por una persona de lujos y derroches, al menos en los asuntos culinarios, pese a lo que pueda parecer. Compartí mesa y mantel una vez con él hace ya tiempo, cuando solo era un joven alcalde al que en los corrillos políticos situaban como posible sucesor de Valcárcel en un futuro todavía lejano. Comimos en un céntrico restaurante de Murcia, especializado en platos de cuchara, y creo recordar que él se pidió potaje («Para la p... que lo hace», decía un vecino mío a su madre cuando le presentaba tal menú). Desde que fue designado candidato del PP, cada vez que le hemos hecho una entrevista o perfil, el equipo de PAS nos ha suministrado información sobre aspectos íntimos del presidente, haciendo bastante hincapié en su sencillez. Solían destacar que muchos días está tan hasta arriba de trabajo que solo le da tiempo a tomarse un triste bocadillo. Eso debió de hacer del 12 al 13 de enero de 2016 cuando, según consta en el Portal de la Transparencia de la Comunidad, viajó a Madrid para reunirse con los entonces ministros de Justicia y Fomento. Gastó un total de 120,37 euros, de los que 115,5 se dedicaron a «alojamiento» y otros 4,8 fueron para «manutención», es decir, para alimentarse. Con este presupuesto, no cabe duda de que le daría para poco más que un bocata y una bebida. Espero que al menos el chusco fuera de calamares, que los hacen muy ricos por los 'madriles'.