Hasta ahora pensaba que si un animal tenía orejas de elefante, trompa de elefante, cuerpo de elefante y pesaba varias toneladas era, con toda seguridad, un elefante. Creía que esto mismo era aplicable a todo lo conocido hasta la fecha (animales, cosas, personas) que habita este curioso mundo hasta que llegó Donald Trump y aseguró que él no era un político. En sus últimas 48 horas de campaña, es decir, en sus últimos cinco mítines previos a las votaciones (también lo hizo casi todos los días que tuvo oportunidad) afirmó por activa y por pasiva que él no era político. Entonces, ¿cómo es posible que haya sido elegido presidente de los Estados Unidos? A más de un político profesional a lo largo de los últimos años le he escuchado -en privado- en más de una ocasión, palabras de una visceralidad extrema contra las personas que, viviendo de la política, aseguran que no son políticos, como si esta afirmación los redimiera de su actuación. De estos independientes del tres al cuatro nos libren el destino, los hados y Dios porque son aún peores que los profesionales, al menos si hago un balance de los que conozco en estos últimos 30 años. Donald Trump es, según sus palabras, un ´no político´, así que pueden haberse abierto cuatro años extraordinariamente inciertos en la política mundial, campo en el que últimamente la realidad supera a la ficción, como ha quedado demostrado con la propia elección del republicano y anteriormente con la aprobación del Brexit y con el rechazo al acuerdo de paz entre el grupo terrorista (no me vengan con eufemismos) de las FARC y el Gobierno de Colombia. El problema para nuestra Región, con respecto a los Estados Unidos, es que nos jugamos más de 300 millones de euros en exportaciones y este dinero supone muchos puestos de trabajo y mucha microeconomía como para tomarse la elección de Trump a la ligera. Debemos confiar, no obstante, en que no es lo mismo hacer campaña que gobernar y ya saben que es innato en los políticos (sospecho que en los no políticos también) que incumplan sus promesas electorales una vez se sientan en el sillón del poder.

Les hablaba en la primera parte de mi artículo del cineasta John Ford porque tuve el pasado viernes la suerte de presentar en la Filmoteca Regional, dentro del ciclo ´La película de su vida´ organizado por Ángel Cruz, uno de mis largometrajes favoritos, si no el preferido: El hombre tranquilo, filme que aún pueden ver hoy, a partir de las ocho de la tarde, en versión original subtitulada y -esto es lo verdaderamente atractivo de la invitación- en pantalla grande, que es como hay que disfrutar del cine homérico. Les recordaba anteayer a los asistentes a la proyección algunas entrevistas a Ford, y me permití traer dos respuestas lacónicas de este misántropo genial, que lo retratan a la perfección. Primera pregunta: «Señor Ford, ¿cómo llegó usted al mundo del cine?» Respuesta: «En tren». Segunda pregunta: «Señor Ford ¿qué esperaba conseguir con sus primeras películas?» Respuesta: «Un cheque. Tengo una familia que mantener». Y dije en mi intervención, y ahora traigo a mi artículo, que, aprovechándome de mi condición de periodista, quería imaginar la posibilidad de preguntar al genial cineasta una pregunta relacionada con la actualidad: «Señor Ford, ¿por qué cree usted que ha ganado Donald Trump las elecciones en Estados Unidos?» Respuesta: «Porque obtuvo más votos electorales que Hillary Clinton». Así de sencillo, así de complejo.