Cuando una actriz lleva más de una década haciendo el mismo papel, le cuesta asumir que la obra se acaba y se baja el telón. De repente, sin trama conocida, llora, patalea, espera que algún otro teatro vuelva a apostar por su función. Por la misma, porque ya se ha olvidado de hacer otra cosa. Y un día, cuando ya pensaba que moriría fracasada y sola, tiene la oportunidad de hacer un pequeño papel en teatro experimental. Empieza a gustarle. Le valen las cosas aprendidas en su gran número, se siente bien. Y entonces su compañía de siempre, la de toda la vida, decide volver a programar la obra primigenia. La que se sabe, la que le dio el triunfo. La inercia es volver. Aún a riesgo de encasillarse, pese a saber, en su fondo, que es más ella que nunca en el pequeño papel experimental que quién sabe si durará sólo unos días. Aunque quién sabe si la vida también durará sólo unos días. Supongo que es lo que los mortales llaman arriesgar o ´dejarse llevar por el corazón´. Lo explican mejor las canciones Me despido de Malú, Eso de Alejandro Sanz y, sobre todo, Lo aprendí de ti de HA-ASH. Dicen que, cuando una historia termina mal, es que no te la han acabado de contar. Acabemos bonito. Que yo creo que la gente que hace cosas así de preciosas se lo merece.