Interior. Discreción, la maxima; apertura, escasa

Cierta sorpresa ante nombres como Alfonso Dastis, nuevo ministro de Exteriores; Íñigo de la Serna, de Fomento, e incluso la catalana Dolors Montserrat, de Sanidad. Una constatación. Salen sólo los obligados. Margallo porque el ministro de Exteriores no puede tener incontinencia verbal y pasarse la mitad de su tiempo pontificando sobre Cataluña. Fernández Díaz porque su ministro catalán (y amigo) ha ido demasiado lejos en su contencioso con la Generalitat. Morenés porque había que dar un ministerio de postín como Defensa (tampoco central) a Cospedal.

Luego una sonrisa. Es un Gobierno Rajoy-Rajoy con todo el poder concentrado en Rajoy y su fiel Soraya Sáenz de Santamaría que es a la vez discípula y escudera. Todo lo otro es poder delegado y más repartido. Área Económica. A Guindos le da el caramelo de Industria pero no presidirá la Comisión Delegada ni prescindirá de Montoro. Porque Cristóbal sabe cuadrar las cuentas e incluso bajar impuestos cuando conviene pese a Bruselas. Y Fátima Báñez ha hecho con aplauso técnico la reforma laboral y de las pensiones. Y al ambicioso Álvaro Nadal, que piafaba de impaciencia en La Moncloa, le da Energía. Equipo económico confirmado y con mayor mando de Rajoy.

En el área política Soraya sigue siendo la reina del mambo pero la libera de la portavocía „donde tenía aristas y podía gastarse„ y la releva por Íñigo Méndez Vigo, un democristiano tranquilo, aperturista dentro de un orden (fue jefe de gabinete de Marcelino Oreja), europeísta y que ha empezado a desmontar el error Wert con poca gesticulación.

Y luego en vez de buscar apertura (alguien para negociar con C´s y el PSOE pues sólo tiene 137 escaños y con Cataluña, donde puede haber choque de trenes) recurre a la profesionalidad. Rafael Catalá, que sabe navegar con el rumbo que Rajoy intuye con determinación, sigue en Justicia. Y llegan dos alcaldes con perfil político discreto pero eficientes. Juan Ignacio Zoido, juez, que fue alcalde de Sevilla y luego presidente del PP andaluz para la complicada cartera de Interior, e Íñigo de la Serna, veterano alcalde de Santander e ingeniero de Caminos (otro alto cuerpo del Estado) que, atención, gobernaba ahora gracias a C´s, para Fomento.

Además en Exteriores el incontinente Margallo es relevado por un discreto diplomático, Alfonso Dastis, que ocupaba desde que Rajoy llegó al poder la embajada clave ante la UE. Y la también discreta Isabel García Tejerina sigue en Agricultura. Una mujer profesional para el campo encaja con el mensaje de conservadurismo abierto que Rajoy quiere lanzar a la España interior.

Y queda la joven catalana Dolors Montserrat. Rajoy no podía no nombrar un ministro catalán, pero no le ha gustado tener que prescindir de Fernández Díaz. Tampoco quería nombrar a alguien que fuera un gesto a Cataluña y pudiera tener iniciativas arriesgadas. Para eso, en todo caso, ya están él, Soraya y cierra España. Solución: nombra a una diputada joven y aplicada pero sin mucha personalidad. Eso sí, con dos atributos. Ser hija de Dolors Montserrat, militante histórica y fiel del PPC desde Fraga, y al mismo tiempo estar próxima a Jorge Fernández Díaz. Cataluña es el dominio reservado de Rajoy y con Soraya de ayuda de cámara. ¿Enterados?

Rajoy tenía que resolver una ecuación de dos incógnitas. La primera era continuidad-seguridad. Aprobado alto. La segunda era apertura y voluntad de negociación. Aquí queda muy lejos de lo esperable y conveniente. Pero lo pretende compensar con más profesionalidad (Zoido, Dastis e Íñigo de la Serna).

No hay ninguna garantía de que un gobierno así vaya a poder gobernar sin mayoría y con el 47,8% de los catalanes pidiendo la independencia. Pero Rajoy es Rajoy y ha salido presidente pese a que el 20D había mas diputados de izquierdas que de derechas. Y con Iglesias de aspirante a liderar la oposición se debe sentir seguro. Quizás confía en exceso en que la izquierda y los otros se fragmentan mejor.

Exterior. ¿Puede ganar el Ku Klux Klan?

Desde la segunda guerra poca gente en Europa (excepto cuando existían la Unión Soviética y los partidos comunistas) duda del papel benéfico de los Estados Unidos. Sin Roosevelt y Truman quizás París sería nazi. Y luego, sin la NATO, podía haber quedado en poder de Stalin. Washington ha sido no sólo la capital de la democracia sino de un país clave en las libertades y el progreso económico. Allí Roosevelt fue el primero en aplicar medidas keynesianas contra la crisis del 29.

Recuerdo que Manuel Jiménez de Parga decía que la influencia de América en nuestras vidas era tan alta que todos los europeos deberían votar en las presidenciales. No es así pero bajo mandatos republicanos (Eisenhower, Nixon, Reagan, los dos Bush) o demócratas (Kennedy, Johnson, Carter. Clinton), América ha liderado el mundo occidental. Bien, pese a graves errores como Irak.

Pero ahora hay alarma. Donald Trump, contra la voluntad de los dirigentes republicanos y con un programa que cabalga entre la extrema derecha y el populismo pendenciero, no sólo ganó las primarias de su partido sino que está a sólo tres puntos (48% a 45%) de Hillary Clinton según la encuesta del jueves del New York Times y, aunque no probable, puede convertirse en el 45 presidente de los Estados Unidos. Hay inquietud y hasta pánico y la Bolsa americana arrastra jornadas de pérdidas desde que el margen de las encuestas (tras la nueva y extraña investigación del FBI sobre los emails de Hillary Clinton) se estrechó.

Obama no dudó el jueves en Carolina del Norte, donde se detecta una menor movilización del voto negro que hace cuatro y ocho años, en referirse a Trump como el candidato del Ku Klux klan y advertir que, si ganaba, peligraban los progresos de los últimos años. Y Le Nouvel Observateur, semanario de la izquierda francesa, titula: «¿Por qué América se ha vuelto loca?».

No hay una única causa. Ocho años de Obama deben haberse atragantado a algunos, Hillary es polémica y huele a establishment€ pero la razón principal es que, incluso en la primera potencia económica muchos trabajadores blancos tienen miedo a la pérdida de empleo causada por la globalización. Protestan contra que lo que antes se producía en América ahora se fabrique en China.

La globalización crea riqueza pero también genera angustia, incluso en Estados Unidos que tiene una tasa de paro del 5%. Tiene bastante que ver con lo que pasa en varios países europeos (la Francia de Le Pen) e incluso, con distinta formulación, en España. La digestión de la globalización, unida a las consecuencias de la crisis del 2008, es la gran asignatura pendiente de las democracias. Esperemos que el martes América no nos escupa una pésima noticia y sólo debamos tomar nota del aviso.